El violento y anónimo borrado de las obras que habían convertido los cierros perimetrales del Centro Cultural Gabriela Mistral, de Santiago, en una galería callejera, un espacio de comunicación visual de gran energía y talento, recibió el repudio transversal del mundo del arte y de la cultura, incluyendo autoridades gubernamentales y los propios miembros del directorio de ese centro cultural. Y es que, si las manifestaciones de arte urbano en tiempos de crisis obviamente dan cuenta de conflictos y reivindicaciones, quienes esta vez pretendieron confundir el vulgar rayado que cubre buena parte de la ciudad con la extraordinaria colección iconográfica que se acumuló capa sobre capa por meses sobre los muros exteriores del GAM, pues o no visitaron la zona para comprender la diferencia entre estos tipos de expresión, o fueron incapaces de superar en conciencia la incomodidad que ese exuberante mundo visual y textual les producía.

El propósito del arte es la fusión de reflexiones estéticas y éticas; en todo arte habrá siempre un mensaje. En tiempos de ebullición social, las manifestaciones artísticas populares, incluyendo la literatura, la música y las artes visuales, surgen naturales y espontáneas. Son instrumentales a las causas y forman parte de la memoria histórica que habrá de preservarse para comprender la época bajo una mirada antropológica y urbana. Hace un par de años, al conmemorarse medio siglo desde la revuelta de 1968 en París (que vale la pena comparar), una de las actividades más potentes consistió en la exposición de los célebres afiches creados clandestinamente en la Escuela de Bellas Artes durante la revuelta, con los que se tapizó la ciudad, inflamando al régimen, la prensa y el mundo. El conjunto de afiches y el registro de las innumerables consignas murales constituyen la iconografía filosófica que explica el ánimo de una generación completa alrededor del mundo. Por otra parte, desde hace décadas el arte visual contemporáneo se nutre de las expresiones populares urbanas. Solo en Chile tenemos el precedente del muralismo urbano de la Brigada Ramona Parra, surgido coincidentemente en 1968 y con seguridad nutrido del mundo visual de los comprometidos muralistas mexicanos que habían dejado su profunda huella en Chile. En Norteamérica, es notorio el impacto cultural, político y social que tuvieron los grafiteros Richard Hambleton, Keith Haring y Jean-Michel Basquiat, fundadores del Street Art, y cuyo misterioso heredero actual es un anónimo artista conocido globalmente como Banksy.

El arte urbano cumple un rol en medio de una crisis. Es catártico, interpelador, liberador, humano. Borrarlo no hace más que exaltar su importancia.

(Los registros pueden verse en: www.museoabierto.cl y en @museodeartepublico).