Claudio Sepúlveda se alza como gran figura en la ajustada victoria de Huachipato ante Cobresal y nadie tiene dudas de que el reconocimiento es merecido. Fue el mejor.

Unión La Calera tiene entre sus titulares a Esteban Valencia y todos hablan de lo bien que juega y cómo logra conectarse con Castellani y Leiva.

Los ejemplos no paran. Ignacio Saavedra para algunos “juega como veterano” en el mediocampo de la Católica y se siente que es gran complemento para la estrella cruzada de ese sector de la cancha: Luciano Aued.

En la U, Camilo Moya seguro va a pelear un puesto con Gonzalo Espinoza, Sebastián Galani y Fernando Cordero, un ramillete que debe estar en el radar de Reinaldo Rueda.

Tomas Alarcón en O'Higgins es otro que luce.

No hay dudas. Para muchos, Chile es el país de los volantes centrales.

Pero, mejor dicho, es un fútbol pródigo en la producción de mediocampistas que se sienten mejor jugando por el medio de la cancha, barriendo y poniendo pierna fuerte, enganchándose con sus defensores cuando sus laterales se sueltan e intentando ser la primera salida del equipo propio. No es malo. Así como por estos lados se carece de laterales izquierdos desde tiempos inmemoriales, es un hecho que uno levanta una piedra y encontrará en todas las divisiones menores algún chico que “la rompe” recuperando pelotas.

El tema es que la abundancia no significa que en el trabajo de base se esté realizando hoy una labor científica que trasunta luego en la aparición de volantes centrales. No. Lo que parece acontecer es, precisamente, lo contrario: los volantes centrales proliferan porque son de fácil adaptación a tareas generales. En rigor, el que tiene cierta capacidad física y no teme al choque es elegido para el puesto de “equilibrio” en el medio. Y un par de buenos consejos de marcación individual completan el período de enseñanza.

Mal enfoque. Los volantes centrales modernos, los que solicita el mercado internacional y la máxima competencia, son jugadores a los cuales se le exigen mayores cualidades que las que hoy presentan los que vemos en el torneo chileno. Solo los que han pasado el control de calidad de medios de gran nivel (Erick Pulgar, Marcelo Díaz, Gary Medel) o al menos superiores al chileno (Claudio Baeza, Lorenzo Reyes) pueden ser considerados jugadores que han tenido la oportunidad de crecer y evolucionar en el puesto. Si ellos se hubiesen quedado aquí no habrían adquirido la dinámica, el posicionamiento y la experticia del puesto.

Cantidad, a la larga, no siempre es calidad. No nos engañemos con un mito.