Esta es una película fuertemente política, furiosamente anticapitalista y decididamente esperpéntica. Sin embargo, nadie en ella habla de política, de ideología ni de delicadezas. El cineasta coreano Bong Joon Ho prefiere no proveer de segundas lecturas: la metáfora, si así se puede llamar, es empleada como un garrote.
La historia se centra y adopta el punto de vista de la familia Kim, un matrimonio con dos hijos que quizá conoció tiempos mejores, pero ahora vive hacinada en un semisubterráneo dentro de un barrio pobre de Seúl, que cada cierto tiempo es rociado con desparasitantes cuyo olor fétido lo impregna todo. La cuestión del olor será uno de los motivos recurrentes del relato.
El único trabajo de los Kim es doblar cajas para
pizzas, con un ingreso miserable. Un amigo del hijo adolescente le ofrece una oportunidad inesperada: reemplazarlo en un empleo como profesor de inglés de una niña que se alista para entrar a la universidad.
Así llega Ki-woo a la casa enorme de la opulenta familia Park, cuyo marido y padre es un ejecutivo de altos ingresos. En este punto el guionista y director, Bong Joon Ho, se preocupa de establecer la primera simetría que empieza a empujar la narración. Los Park también son un matrimonio con dos hijos y cada uno de ellos tiene necesidades que pueden ser satisfechas por alguno de los Kim… una vez que logren desplazar a la servidumbre anterior.
Cuando los Kim se instalan en la casa de los Park, el esperpento queda servido, como ocurre en la
Viridiana, de Buñuel. Solo falta que los Park se den cuenta del cerco del que son víctimas. Pero Bong Joon Ho es astuto e introduce algunas sorpresas para subrayar que la extrema desigualdad entre los Kim y los Park tendrá que estallar por alguna parte, aunque no sea por la más obvia.
Parasite se cuida bien de no ser monotonal. Hay humor y bastante de comedia en toda la primera mitad. Pero estos elementos tienen por función establecer otra especie de declaración de la película: esto no tiene nada de gracioso. Dicho de otro modo, preparan el terreno para que lo que sigue rompa brutal, desproporcionadamente, con el aire de una cierta levedad.
Como el cine coreano tiene débil difusión, pocos saben que Bong Joon Ho, junto con otros cineastas de su generación, ha encontrado una cierta ruta para hacer películas centradas en el crimen y en el terror, dotadas siempre de comentarios sociales resonantes en medio de un clima esperpéntico. En Bong Joon Ho brillan los hallazgos de
Okja y, sobre todo,
Madre, quizá su obra más desgarradora y violenta.
Parasite está en esa senda, que no es del todo novedosa, aunque pueda ser llamativa. No hay que exagerar.
GisaengchungDirección: Bong Joon Ho.
Con: Kang-ho Song, Sun-kyun Lee, Yeo-jeong Jo, Woo-sik Choi, So-dam Park, Hye-jin Jang, Jeong-eun Lee, Ji-so Jung.
132 minutos.