Los conflictos sociales evidencian lo que está en el alma de las personas. Se hace visible la frustración enraizada por años y alimentada por muchísimas promesas incumplidas. Siempre he pensado que Chile es un país de baquelita y dependerá de cada uno de nosotros, desde nuestro lugar en la sociedad, convertirlo en un sólido cristal.
El trabajo —lugar donde pasamos nuestra mayor cantidad de horas al día— es buen punto de partida. La encuesta CEP confirma que las mayores causas de la desigualdad tienen que ver con las remuneraciones. Más del 90% de los encuestados siente que las diferencias de ingresos en Chile son demasiado altas. Así como la empresa ha sido uno de los grandes motores en el desarrollo vivido, hoy debe asumir y legitimar el rol que le impone una sociedad que exige sustentabilidad y equidad, plasmado en el manifiesto de Davos y en mesas de diálogo instauradas en el país.
Carlos Vial Espantoso —en su manuscrito “Cartas de un Viejo”—, hace más de cuarenta años, esbozaba ideas precisas y sencillas destinadas a un futuro que podría ser hoy. Adelantado, insistía en la importancia de hacer partícipes a los trabajadores en las utilidades, junto con darles mayor presencia en comités mixtos y en el directorio, conceptos que hoy están en algunas empresas y merecen ser estudiados e implementados. Consideraba que el sistema social de remuneraciones convertía al Capital y al Trabajo en enemigos irreconciliables, cuando en la práctica debieran ser socios y amigos.
Su visión aseguraba que haciendo a los trabajadores socios de las empresas era posible alcanzar buenos resultados económicos y aportar a la paz social. Consideraba que los resultados de las compañías son consecuencia de la interacción entre el trabajo presente aportado por los empleados y el trabajo pretérito, capital invertido por los socios, lo que debiera ser repartido de acuerdo con la contribución y el esfuerzo de cada uno. De esta manera, las horas trabajadas tendrían un valor justo, al igual que el aporte de los socios. “Algunas empresas lo hacen, pero en general se trata de una cuota arbitraria de tinte paternalista, y no de un estudio serio que establezca el aporte que en el éxito de la empresa debe asignarse al trabajo como al capital”, decía.
Según los datos recabados a través del Premio Carlos Vial Espantoso 2018, el 31% de las empresas evaluadas cuentan con mecanismos de reparto de utilidades, distribuyendo en promedio un 13% de ellas a un 73,4% del personal. Estas empresas están en una etapa de maduración en su gestión de personas, lo que presenta un desafío para sus pares: implementar prácticas que mejoren el bienestar de los trabajadores y pongan a las personas al centro.
Diversos informes de la OIT sostienen que la participación de los trabajadores en las decisiones de las empresas tiene grandes beneficios para el rendimiento de estas, pues el involucramiento se traduce en una forma de contribución entre los trabajadores y la gerencia, fomentando una relación de cooperación y alianza.
El contexto invita a actuar. Enfrentamos múltiples desafíos en el área laboral que no pueden esperar. Para partir, ponerse en el lugar del otro y mirar, como dice el ministro de Hacienda, “con altura, hacia un futuro” que depende de cada uno de nosotros.