El tema de la educación ha provocado ásperos debates. Se ha hablado majaderamente de mejorar su calidad, pero las reformas solo abarcan aspectos administrativos que han olvidado a los alumnos y a los profesores: lo que sucede en las salas de clases. Para atizar los debates se ha olvidado completamente que la educación ha sido gravitante en la trascendencia social, cultural y económica de la clase media, que le ha dado un carácter definido al país.
El problema de los profesores es grave y de larga data. Ellos fueron autoridades culturales, lo que les significaba un respeto social generalizado. Fueron los que redactaron los manuales que se usaron durante largas décadas. Luego, la politización del Pedagógico de la U. de Chile liquidó la excelencia de sus egresados, con lo que decayeron los liceos. También acabó con los destacados intelectuales que se formaron allí: de avanzada y laicos, pero independientes, que no se dejaban llevar por el mangoneo político y sus consignas. Hoy, el mundo docente es irrelevante: hacer la pega y llenar los múltiples formularios que imponen los controladores del “sistema”.
El antiguo plan de estudios entregaba el legado humanista y científico de Occidente; hoy desarrolla habilidades fácticas, las mismas que el mundo actual va desechando con una velocidad pasmosa. No se trata de que uno sea mejor o peor, sino de que no se considera la formación de las personas.
Los problemas con la PSU continúan, los que antes se achacaban a la PAA (ni hablar del caos de este año). Los resultados insuficientes de las otras mediciones han llevado a ocultarlos: muestran lo desorientados que estamos, la banalidad de los debates y el poco deseo de abocarse a solucionar los problemas de fondo. El mayor fracaso de la educación es que no ha sido capaz de respaldar el desarrollo económico que ha beneficiado a la población y que ha permitido el afloramiento de una enorme clase media baja, que ha quedado sin trasfondo cultural alguno que la afirme en su nueva condición y que le permita asumir un papel significativo y constructivo en la vida nacional.
El problema educacional requiere que el “sistema” invite a muchos a participar en la actividad docente, que respalde la operación cotidiana de los profesores y que destaque su rol de autoridades formadoras de los alumnos. Este es el meollo del problema educacional. La instrucción es un medio para la labor de formación. Para esto los profesores deben contar con respaldo, preparación y motivación.