No se turbe vuestro corazón, primera novela de Eduardo Belgrano Rawson (1943), fue publicada en 1973 y, como es considerada un clásico de la literatura argentina, ha sido reeditada en incontables ocasiones, revisada minuciosamente por el autor y, hace pocos meses, fue de nuevo lanzada al mercado por una casa editora especializada en letras trasandinas.
No se turbe… viene precedida de importantes premios y, en el curso de su larga carrera hasta convertirse en obra de referencia, ha tenido patrocinadores de la talla de Julio Cortázar o Beatriz Sarlo.
Belgrano Rawson ha escrito muchos otros títulos, pero ninguno ha suscitado la aclamación de este trabajo inicial. Ello se debe, qué duda cabe, a un estilo sinuoso, maleable, intensamente personal; a una prosa que es, a la vez, promiscua, camaleónica, florida y sobre todo a un lenguaje extenso, culto, colmado de recursos propios y de otros tomados de la tradición novelística del siglo XIX y de las formas experimentales que caracterizaron a la narrativa de la primera mitad de la centuria pasada. De hecho, lo que enseguida llama la atención del lector es el rango del vocabulario que hallamos presente en
No se turbe…: arcaísmos, giros locales, refranes plebeyos, dichos regionales; en fin, una verdadera batería de palabras y frases que proceden del enorme acervo lingüístico de Belgrano Rawson. Para ser francos, no estamos frente a un libro fácil, en primer lugar, porque la cantidad de vocablos desconocidos es abrumadora y, en segundo lugar, debido a que nadie está ahora acostumbrado a seguir una historia con un diccionario a la mano, bajo el propósito de descifrar qué es lo que significa tal o cual término.
Sin embargo, superados estos y otros resquemores,
No se turbe… se convierte en una trama que, pese a la densidad de su escritura, puede llegar a ser fascinante. La acción transcurre durante las incontables guerras civiles que asolaron a la nación vecina tras su independencia de España e inclusive hay capítulos denominados “El Ejército Libertador”, de lo que se deduce que muchos episodios acontecen antes o después de que las tropas de San Martín —ni él ni otros próceres son mencionados por sus nombres— prepararan el cruce de los Andes. A Belgrano Rawson le tiene absolutamente sin cuidado la precisión geográfica y solo podemos decir, a grandes rasgos, que
No se turbe… tiene lugar en la infinita, la interminable, la fecunda pampa que constituye una de las zonas más ricas de la Tierra. Y todo pasa en pueblos, mejor dicho, puebluchos, llamados “Caserío del Cigarral”, “Desamparado”, “Tetas de la Muerta” y otros aún más pintorescos que, desde luego, son inubicables en el mapa o bien desaparecieron hace mucho tiempo.
No se turbe… posee, por lo menos, un centenar de personajes, muchos de los cuales irrumpen para quedarse, en tanto la mayoría hace su entrada en escena para esfumarse de inmediato. Con todo, los actores centrales son Adrián Mondragón, Evaristo Pedregosa e Isabel, prima de ambos y ligada sentimentalmente ora con Adrián, ora con Evaristo. Para la época en que todo esto ocurre, hay que decir que los tres protagonistas son liberales en extremo, que el sexo es para ellos tan natural como beber agua, que, en medio de la belicosidad ambiente, se las arreglan muy bien para cometer diabluras; en suma, que parecen vivir en el presente y no hace unos doscientos años. Y llama poderosamente la atención la absoluta falta de celos de ambos varones, así como la desenvoltura de Isabel. Tal vez esto se origine en los constantes enfrentamientos armados que puntean el ritmo de
No se turbe… o quizá dicho trío tan suelto en su comportamiento obedezca a una visión previa, por cierto que muy singular, de Belgrano Rawson. En este aspecto, es preciso declarar que el novelista no se anda con chicas a la hora de describir situaciones tan truculentas que nos hacen parpadear —por ejemplo, degollamientos, amputaciones, mutilaciones surtidas—; conductas que, inclusive en el presente, son chocantes —bestialismo, incesto, coprolalia—; una violencia apenas redimida por el tono pícaro de la intriga y una actitud general de completa indiferencia frente a la muerte, la tortura o el asesinato.
No obstante, lo que el narrador busca va bastante más allá: un western de las sierras; un friso épico, deshilvanado y coloquial; una reconstrucción azarosa del recuerdo y del ayer; vale decir, un período que revive en la memoria de cada uno de los caracteres, en los confines de un territorio todavía inestable y bárbaro. En síntesis, se trata de un adiós a todo aquello que fue y ya no volverá.
NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN
Eduardo Belgrano Rawson
Editorial Fiordo, Buenos Aires, 2019, 253 páginas, $14.000.
NOVELA