Cuando un arquitecto diseña, echa mano a un conocimiento ancestral acumulado por siglos. Si bien la evolución de la arquitectura está relacionada con los grandes movimientos de la historia del ser humano, incluidos los progresos científicos y tecnológicos de los últimos 150 años que han reinventado a esta disciplina, el urbanismo y a la especie entera, muchos de los principios básicos de la arquitectura actual, como la construcción a partir de muros estructurales o de esqueletos de materiales livianos, son parte del mismo repertorio de soluciones que venimos usando desde hace miles de años.
La arquitectura de esqueleto es aquella en que se erige un sistema de una serie de marcos o estructuras ligeras y repetitivas, unidas entre sí para crear un espacio que puede ser cubierto. Sin duda su origen es la tienda nómade de varillas cubiertas de pieles; pero el mejor ejemplo es el de la construcción en madera, una de las maravillas del ingenio humano, donde una infinidad de elementos son ensamblados de tal manera que el total es suficientemente rígido, estable y resistente como para luego ser recubierto. Son estos mismos principios los que aplicaron los ingenieros-arquitectos del siglo XIX cuando lograron producir elementos de fierro fundido a gran escala, levantando aquellas creaciones gigantescas, fantásticas y paradojalmente etéreas, que todavía adornan las principales ciudades del mundo.
En la arquitectura de muros, estos son tan sólidos que se sostienen a sí mismos y a su vez los entramados de pisos y techumbre. Casi toda la arquitectura primigenia es de este tipo, y tal vez sea la razón por la que todavía ejerce una instintiva fascinación en el hombre que busca un lugar. Uno de los primeros problemas que convirtieron una simple construcción en una obra de arte propiamente tal fue la voluntad de perforar los muros de manera de permitir el ingreso de la luz al interior, pero sin debilitar la estructura. Aparecen así los pilares y los dinteles, rítmicamente dispuestos en pequeños intervalos, configurando verdaderos muros virtuales en juegos de luces y sombras de una belleza visual y plástica, interior y exterior. Son estos los espacios abstractos, solemnes, sagrados, sobrecogedores de la antigüedad. Los templos y palacios de Egipto y Grecia. Es así como ha nacido la arquitectura.