“Uncut Gems” fue una de las grandes sorpresas del año pasado en Estados Unidos y junto con “Ad Astra” y “Estafadoras de Wall Street” constituyen quizá las tres películas más claramente menospreciadas por las postulaciones al premio Oscar de este año (si bien “Ad Astra” recibió una mención menor). Convengamos en que los premios de la Academia rara vez aciertan en premiar la calidad de las películas nominadas, pero al menos debieran dar cuenta de la resonancia cultural o social que una película provoca. En ese sentido, “Uncut Gems”, por el ruido hecho pese a un estreno acotado en Estados Unidos —Errol Morris, sin ir más lejos, la consideró entre lo mejor que había últimamente junto con “Érase una vez en Hollywood”— merecía un trato más generoso.
La cinta, que llega la próxima semana a Chile a través del
streaming, es digna al menos de algunas observaciones. No se puede negar, por lo pronto, cómo Adam Sandler, un actor conocido por hacer de buen vecino en comedias gruesas y más bien simplonas, logra que lo veamos de una manera completamente distinta. No se trata de que no haya tenido buenos papeles antes —ahí están “Punch-Drunk Love” (2001) o “The Meyerowitz Stories” (2017) como prueba—, sino de la forma como la rabia, el fracaso y el buen corazón de sus personajes anteriores adquieren aquí dimensiones radicales, enfermas, autodestructivas y, al mismo tiempo, entrañables. Así, Sandler es Howard Ratner, un joyero judío en Nueva York, de 48 años, adicto a las apuestas deportivas, perseguido por fuertes deudas que arrastra posiblemente de apuestas anteriores, que trata de negociar postergaciones mientras va de un lugar a otro con la convicción de que tiene entre manos el golpe que cambiará su suerte.
La cinta, dirigida por Benny Safdie y Josh Safdie, es deudora del cine de Scorsese —que no por casualidad es uno de los productores ejecutivos— y en alguna medida de Brian de Palma. De Palma roba cierto aire sensual, algo indescifrable que empapa la atmósfera de la cinta, hilvanada en buena parte por una música electrónica totalmente inusual, espectral, muy a la manera de sus películas. De Scorsese roba la prisa, la situación incómoda y tensa, el montaje neurótico, el gusto por Nueva York y la calle de sus primeras películas, y, por supuesto, esa capacidad de poner como protagonista a un hombre difícil, altamente cuestionable, moralmente errado que, sin embargo, ni el director —ni el espectador en consecuencia— se atreve a juzgar de antemano. Dicho eso, en Scorsese los personajes buscan cierta redención, o la encuentran sin buscarla. Es difícil creer que sea el caso de “Uncut Gems”, pero la cinta recuerda mucho la media hora final de “Buenos muchachos” (1991). El ritmo es angustiante, los diálogos se sobreponen en personajes y direcciones —en un estilo que Sandler ya había explorado antes— y en cada escena Howard está sometido a dos o tres tensiones simultáneas. Siempre queremos que se salve, pero no hace más que aplicar las mismas recetas, los mismos mecanismos que lo tienen al borde de las cuerdas. Quizá se da cuenta, pero es posible también que no quiera verlo.
Usando actores no profesionales o que hacen de sí mismos, mucha cámara en mano, temperaturas de luz distintas pero propias de ambientes cotidianos, y un abundante uso de celulares y pantallas de televisión, los hermanos Safdie dan un tono muy documental, muy contemporáneo a “Uncut Gems”. Al mismo tiempo, desde la música misma, tiene numerosas opciones experimentales, extrañas, que nos hacen recordar que todo es solo una película. El efecto total es seductor y algo incómodo a la vez. El exceso de primeros planos se hace algo cansador, por momentos, y se tiene la sospecha de que los hermanos no tienen especial afecto por elaborar la puesta en escena. Confían más en el montaje y el movimiento constante. Por esta vez, les funciona. “Uncut Gems” es del tipo de películas que llevan al espectador al borde del asiento.
“Uncut Gems”
Dirigida por Benny Safdie y Josh Safdie.
Con Adam Sandler, Lakeith Stanfield y Julia Fox.
Estados Unidos, 2019.
135 minutos.