En diciembre del año pasado, pocas semanas antes de su muerte, llegó a las librerías
Un oscuro pedazo de vida, el último libro que Germán Marín logró concluir. En una entrevista que dio a revista “Sábado” a fines de 2018, el escritor hizo un repaso a su vida, pero también habló de los males de la vejez: una incipiente amnesia y la incapacidad para escribir, rompiendo una rutina ya asentada por muchos años. También se refirió a este libro, que hasta esa fecha iba a llamarse “Un oscuro pedazo de felicidad”. Marín publicó, en veinticuatro años, 22 libros; algunos de ellos —especialmente la trilogía
Historia de una absolución familiar y
El palacio de la risa— son obras clave para la literatura chilena y para la mejor comprensión del país en las últimas décadas. Este último, compuesto por cuentos mayormente breves —uno de ellos de solo un párrafo— y por una
nouvelle que ocupa casi la mitad del volumen—, puede leerse entonces como una suerte de testamento o de última palabra. Muchos vuelven sobre el trabajo de la memoria, el olvido y la decadencia física, y en todos ellos surge también el pasado y el presente de Chile. “Nada es mejor como confesión personal, al margen de la soberanía de cualquier dios, que redimirse a través del acto solitario de la palabra”, escribe en uno de los cuentos, y aquello bien puede valer para una vida de escritura.
Marín fue siempre fiel a su estilo, a la escritura de párrafos sinuosos donde una coma es como un meandro que quiebra la dirección, y luego otra, y luego otra, en encadenamientos que nunca complican la lectura y que le dan una especial densidad a sus libros. La novela corta que contiene se llama “Inestabilidad”; un abogado condenado a la rutina se ve envuelto en una trama delictual y amorosa que lo lleva a un “giro silencioso”, que rompe la vida de alguien “acostumbrado desde niño a un orden que nunca variará”. El cuento más breve, “Colilla”, es una inusitada y franca confesión de sus dificultades frente a la escritura: “Vaya a saber si vale la pena realizar el esfuerzo, palabra tras palabra bajo el hilo de algo que se pierde, como a veces ha solido ocurrirme en otras páginas”. Parece que hablara el protagonista de “Inestabilidad”, que confiesa una vocación literaria truncada por la falta de ideas. Y aunque en este libro hay ideas, y a ratos brilla el talento socarrón del autor, se aprecian también los trastabilleos propios de quien se enfrenta a la tarea de “acostumbrarse a morir”. El libro cierra con un texto de Álvaro Bisama.
Germán Marín
Lecturas Ediciones, Santiago, 2019.
122 páginas.