Quienes vieron la función de estreno de “Las palmeras salvajes” puede que no hayan tenido esa impresión. Pero este es sin duda un resultado de alto vuelo, el logro más cabal hasta ahora de la línea curatorial La Fábrica de Creación de Santiago a Mil 2020 a partir de alianzas internacionales. Nuevamente en cartelera, esta coproducción francochilena de seguro seguirá creciendo en potencia expresiva a medida que ajuste y comprima su fino entramado.
Aquí, la talentosa directora, dramaturga y pianista gala Séverine Chavrier (45) hace el remake de su versión teatral de la novela homónima de William Faulkner, escritor clave de la literatura del siglo XX en EE.UU., premio Nobel 1949. Una década antes cuando esta se publicó, fue incomprendida por su estilo rupturista y acusada, además, de obscenidad. Este montaje revisa la escenificación francesa de hace un lustro y la reinterpreta con elenco chileno.
Trata acerca de la pasión devoradora y obsesiva que estalla entre una insatisfecha esposa burguesa y un hombre más joven que ella, vulnerable e inseguro. Una relación tan desbordada que la mujer abandona a su marido e hijitas para vivir su amor a ultranza; mientras viajan por diversos sitios se vuelven marginales al ponerse fuera de lo considerado decente por el orden establecido. Luego ese acto de rebeldía en pos de una libertad plena cobra su precio: el desgaste del amor, el tedio, la falta de dinero y el anuncio de un futuro hijo, que ninguno de los dos quiere, hacen presente que toda pasión, por arrolladora que sea, contiene la semilla de su propia destrucción.
Nunca habíamos visto aquí nada que como esto incendiara el escenario de erotismo. Chavrier brinda su versión libre del relato en una estilizada puesta, tan inteligente como sensitiva, colmada de sensorialidad y sentido musical. En ella, los cuerpos ejecutando en escena una exacta coreografía, se funden con el envolvente universo sonoro y las imágenes proyectadas en gran pantalla, para expresar la desesperada exaltación de esta pareja gozosa y al mismo tiempo tristemente maldita.
La directora exhibe un asombroso manejo de los recursos teatrales, con una soltura creativa poco usual en nuestro medio. Primero, en el uso del espacio —que es a la vez íntimo y desconcertante, uno y varios lugares de acción— y en la maestría sugestiva con que mezcla música y ruidos naturales o procesados. Claudia Cabezas y Nicolás Zárate (los mismos de “Arpeggione”) vuelven a interactuar de modo excepcional, con una química que hace difícil imaginar que no sean pareja fuera de escena, y sin dejar de insinuar la arista intrigante y antirromántica de la trama.
No todo anda tan bien. Desde luego, la entrega está hecha como para un público europeo; dos horas son demasiado para un relato íntimo, confiamos en que su duración se irá reduciendo. Chavrier nunca se decide a ceder la escena del todo a la emoción; de vez en cuando rompe la ficción con textos dirigidos de frente al público. Por lo demás, esta es una historia ambientada en EE.UU., contada como un amour fou, a la francesa, y vivida por personajes cuya habla suena chilena, localismos incluidos. Triple entrecruce cultural que suele no cuajar, interrumpiendo el flujo narrativo y la concentración del receptor.
Teatro Mori Recoleta. Hoy, sábado y domingo, a las 18:00 horas, y viernes, a las 16:00 horas