Hace un año, por estas fechas, el Presidente Sebastián Piñera sostenía sendas conversaciones con los Presidentes de tres países latinoamericanos, para sellar lo que anunció por Twitter el 14 de febrero del 2019: Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay se organizan como un todo deportivo para organizar el Mundial del 2030.
La postulación fue ratificada sobre papel oficial en julio durante una Cumbre del Mercosur, con la candidatura de cuatro países para un Mundial centenario, porque los torneos se iniciaron en 1930 y en Uruguay, con el anfitrión como primer campeón.
Sebastián Moreno, presidente de la ANFP, habló de “un sueño en construcción”, y para lograr la cita planetaria eran dos los requisitos: proyecto país y estar a la altura.
Dos de esos cuatro Presidentes de la República ya no están en su cargo, pero se supone que la candidatura y el trabajo siguen vigentes y en progreso. Y más todavía porque Moreno, el líder de la ANFP, calificó el tipo de trabajo previo que se requiere: “Permanente, sigiloso y metódico”.
Chile aportaría al menos tres estadios, o cuatro, por lo que se remodelaría el Estadio Nacional, para llegar a un recinto moderno, techado y con todo de punta: cancha, aposentadurías, tecnología y camarines.
Se jugarían un total de 25 partidos en el territorio nacional, porque hay que recordar que desde el Mundial del 2026, las selecciones aumentan a 48 y los encuentros a 80. Entonces, 25 partidos, con tres grupos, o cuatro, un par de cuartos de final y una semifinal.
La realidad no está en el papel: el 2019 no fuimos capaces de culminar ninguno de los torneos locales.
El colmo fue un encuentro con apenas espectadores y en territorio neutral —La Calera versus Iquique en Santiago— que no terminó por culpa de un grupo de pelafustanes que sortearon anillos, guardias, carabineros y burlaron las medidas de Estadio Seguro.
El caso es que a mediados de enero del 2020, todavía no se sabe qué equipo asciende de categoría y aún no finaliza la Primera B.
Hay que agregar que dirigentes calculistas y alquimistas, terminaron con algunos torneos y siguieron con otros. Universidad de Chile, gracias a esa voluntad, pasó de equipo maldito a bendito. Estaba al borde del descenso en el campeonato suspendido y ahora está en el portal de la Copa Libertadores. En fin, así son las cosas y todo se da vuelta: palabras, ropas, principios. Lo de ahora se lee así, que es al revés de como lo leían sarracenos, cristianos y paganos: “Más vale barcos sin honra, que honra sin barcos”.
¿Dónde irá la candidatura del Mundial del 2030?
Rumbo a las Indias, probablemente.