Esta película está dedicada al cabo Alfred H. Mendes, combatiente por Inglaterra en la Primera Guerra Mundial y abuelo del cineasta Sam Mendes, que solía relatar sus vivencias en las trincheras de Francia. El abuelo, también novelista en Trinidad y Tobago, escribió unas memorias que fueron publicadas en el 2002. Estas son las bases para el guion que desarrolló el mismo Mendes, cineasta costoso desde que estuvo al frente de las dos pasadas entregas de James Bond, Skyfall y Spectre, con su colaboradora Krysty Wilson-Cairns.
La historia es sencilla y dramática: la aviación inglesa ha detectado que un regimiento de unos 1.600 soldados británicos está a punto de caer en una gigantesca emboscada tendida por los alemanes. El general Erinmore (Colin Firth) ordena a dos cabos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), que atraviesen la “tierra de nadie” entre los dos ejércitos, crucen las líneas enemigas y lleguen hasta las tropas en peligro. En ellas está también el hermano del cabo Blake. Este detalle agrega una angustia más personal a la misión mortífera.
Acompañado por el director de fotografía Roger Deakins y el diseñador de producción Dennis Gassner, Mendes ha decido filmar esta aventura extrema en un solo plano continuo. O, mejor dicho, en lo que parece un solo plano continuo. No es muy relevante si disimuló las interrupciones con los pequeños obstáculos visuales que usó Hitchcock para cambiar de rollos en La soga o si empleó los trucos electrónicos que soportan, por ejemplo, la larga toma final de El secreto de sus ojos.
Lo que importa es la decisión de producir una especie de prodigio técnico, que al mismo tiempo es semántico y perceptual, todo a una vez. Por definición, en un plano continuo no se mantiene solo la continuidad del espacio, sino también la del tiempo. La singular astucia de Sokurov en El arca rusa es integrar épocas y tiempos diversos dentro de un mismo movimiento, como en un baile de disfraces. Este no es el caso. En 1917 el tiempo es discontinuo, imposible: en el mismo plano pasan horas, incluso una noche completa. Desde el punto de vista del rodaje, no podría ser un solo plano.
Desde el punto de vista del espectador, esto también es evidente. Por lo tanto, el prodigio se denuncia a sí mismo. O, mejor dicho, se limita a la astucia con que Mendes y su equipo pegotearon los fragmentos. Y al extraordinario ingenio con que Deakins y Gassner dispusieron los decorados para permitir el movimiento de la cámara, que, aun así, es muy visiblemente dificultoso.siblemente dificultoso.
1917Dirección: Sam Mendes. Con: Dean-Charles Chapman, George MacKay, Colin Firth, Benedict Cumberbatch.
119 minutos.