En su apertura, Santiago a Mil 2020 repone “El Horacio”, una de las pocas propuestas estimulantes de 2019 que a causa del estallido social tuvo un accidentado estreno y contadas funciones en noviembre. Breve (solo 40 minutos), pero desafiante a nivel intelectual por su cuestionadora densidad conceptual, escenifica una de las “piezas didácticas” de Heiner Müller, el más influyente dramaturgo alemán de la segunda mitad del siglo XX, planteando un tremendo dilema moral.
A esta misma serie del autor de “Máquina Hamlet”, escrita a la manera de los
Lehrstücke, de Brecht, pero radicalizando su fin concientizador, pertenece “Filóctetes”, que se dio aquí hace una década. Esta debe ser la séptima experiencia como director de Néstor Cantillana, brillante actor local que ha incursionado ocasionalmente en esa función. De seguro es su resultado mejor calibrado en la teatralidad por la que optó, y en la que ensambla con acierto su otra vocación, la de rockero.
En el convulsionado marco de la Primavera de Praga, el siempre polémico Müller reescribió en 1968, en prosa poética y sin personajes, esta versión posdramática de una pieza didáctica de Brecht sobre la misma crónica del historiador Tito Livio. Con el poder del mito relata cómo en el siglo VII a.C., Roma y la ciudad de Alba Longa ponen fin a su sangrienta guerra con una lucha cuerpo a cuerpo entre representantes de cada cual. El romano, hijo de la noble familia de los Horacios, vence a su rival, y al regresar mata a su propia hermana, amante de este. ¿Al guerrero triunfante se le debe rendir honores de héroe, o ajusticiarlo por fratricida?
Acorde con el rupturismo del dramaturgo, la entrega brinda esta parábola a la manera de una tocata rock en vivo con una banda a la vista cuyas intervenciones marcan los ritmos y atmósferas, y llenan la escena de energía. Como si fueran otros instrumentos musicales, los siete ejecutantes exponen el relato en una narración oral a varias voces que potencia la fuerza vehemente de las palabras. A veces algunos muestran —no encarnan— a los personajes principales, prestándoles su voz y presencia, lo cual recuerda un imperdible de 2018, “Idomeneo”, otra revisión contemporánea de un mito clásico abordada como una
performance híbrida de teatro y rock. Un problema técnico es que a ratos el volumen musical tiende a oscurecer la claridad del discurso.
Se ha dicho que esta propuesta dialoga con la crisis actual del país. Puede ser, cada cual es libre de interpretar una obra según le parezca. Pero Müller nunca es tan literal ni contingente. Su escritura, que abunda en trampas, coartadas y ambivalencias, provoca justamente por su cualidad compleja y ambigua. Un pasaje afirma que “en todo hombre hay varios hombres”, y luego dice: “No hay hombre que sea otro hombre”; varias veces insiste en que la mujer murió “sin necesidad”, pero no menciona que ella traicionó a los suyos entregándose al enemigo. En rigor, la obra nos habla de la enorme dificultad de ser testigo y juzg"ar el proceder de otro; de que las palabras suelen ser engañosas y disfrazan la verdad, y más al fondo aún, de la naturaleza esencialmente contradictoria del hombre.
Teatro Camilo Henríquez. Hoy y mañana, a las 16:00 y 18:00 horas. Miércoles 8 y jueves 9, a las 16:00 horas.