¿Cambiamos de década o debemos esperar a fines de este año? Según la RAE debemos esperar. O sea, no esperaré. Con la RAE, ni a misa. No le creo nada. Incluso menos que a la directiva y al Consejo de Presidentes de la ANFP. La institución encargada de preservar la limpieza del idioma, y de darle brillo, además, lo ensucia constantemente.
Sus últimas dos lindezas han sido declarar que podemos decir sólo sin tilde. Es decir, que sólo (solamente) y solo (sin compañía) son lo mismo. Y ahora nos sale con que podemos decir “subir para arriba” y “bajar para abajo”. Una institución completamente idiota que se nutre de los giles que quieren algún día ser incorporados al capítulo chileno y que viven para su curriculum tontae. Comprenderá usted que menos le voy a creer si habla de fechas y calendarios.
Aclarado que creo que vivimos en una nueva década, quedo obligado a reconocer que no espero mucho de su primer año en lo que respecta al fútbol. ¿Qué podría esperar de bueno? Las apuestas son diversas. La Copa Libertadores… La Copa Sudamericana… La Copa América… Las clasificatorias al Mundial… El Campeonato de Primera A… El de Primera B… Los torneos locales e internacionales de juveniles.
En ningún terreno somos optimistas. La selección no encuentra su mejor cara, sus astros juegan cuando les da la gana y sus puntales están en la fase de vuelta de sus notables campañas. Los clubes están mal dirigidos administrativamente (salvo Universidad Católica), no parecen debidamente potenciados para desafíos internacionales y sólo parecen avanzar en su fragilidad. Hasta la UC, ya campeón y equipo fuerte el año pasado, no fue capaz de sortear dignamente la Libertadores.
Aquí surge una curiosidad y es que siempre, para Navidad y para Año Nuevo, los cronistas expresan sus mejores deseos, los regalos que piden al Viejo Pascuero o al año todavía en pañales. Esta vez, para el fútbol, no. No se pide nada, tal vez por el cansancio de pedir sin éxito durante tanto tiempo. O porque al sacar las cuentas el hincha y el comentarista prefieren el silencio.
Ni siquiera los jóvenes llevan a la esperanza. Han sido descuidados como siempre y algo más. Se suspendieron sus torneos cuando se supuso que deberían auxiliar a sus clubes, llamados a presentarse con juveniles ante la negativa del Sifup a jugar la fecha de reanudación de un campeonato que nunca se reanudó. ¿Por qué no se reanudó? Porque se corría el riesgo de que la U descendiera, lo que afectaba las recaudaciones del CDF, de Colo Colo y de los demás clubes. Y votaron con una mano en la chequera.
¡Qué poco nos queda! Parecía que bastaba con el desaliento del fin de 2019. Pero no, las cosas no van a cambiar por un cambio de hoja en el calendario. Es sólo una hoja y las hojas se las lleva el vento.
Nací optimista y lo sigo siendo. Pero a dos días del nuevo año, no lo soy. Si usted ve algo promisorio en el fútbol, dígame dónde y me asomo.