Preguntar hoy en Chile “¿cómo estás?” tiene una respuesta que se repite: “Estoy cansada”, “estoy agotado”. Normal. Es fin de año. Siempre estamos más cansados. Pero la proporción de personas que hoy lo expresan y lo reconocen es mayor. Como si la energía de lo que más necesitamos hoy, que es actividad intelectual y creatividad gozosa, no fuera posible.
En general, cuando una persona y aun más cuando una sociedad pierde este espíritu, es porque el miedo le ganó a la curiosidad. ¿De qué hemos tenido miedo? De perder la paz. De que nos cambien las reglas del juego. Una sociedad joven sufre menos, mucho menos, que una sociedad envejecida cuando enfrenta tiempos borrascosos. Y Chile es una sociedad joven.
Lo que está pasando en Chile está pasando en muchas partes del mundo. Pero solo acá la respuesta en las encuestas informales revela que el cansancio, que generalmente es producto del miedo, está triunfando. No dejemos que sea así.
¿Una sociedad joven que reacciona como vieja? Un gran politólogo francés que vino a observar lo que pasa en Chile decía que este país es fantástico en su capacidad de modernizarse, de hacer cambios, de resolver conflictos. Pero al parecer pagamos costos muy altos. Pueden ser fruto de experiencias pasadas o puede ser solo que estamos envejeciendo.
La curiosidad por el fenómeno social actual, las ganas de entenderlo, la capacidad de movilizar alternativas que se hace imposible con miedo (que nos roba la capacidad creativa) no parece haber sido un sentimiento presente en estos días entre los chilenos. ¿Qué pasó con nuestra fuerza, nuestro amor por la innovación? Nos rindió el miedo. No en todos los sectores, pero en muchos.
Escuchar a los jóvenes o a los que protestan es un deber de cada adulto. Porque más allá de la forma, cuando muchos sienten que algo está mal, hay que tratar de entender el fenómeno. No para ceder ni felicitar. Para hacerse cargo de que algo pasa que no estamos viendo. Cuando se adopta esa actitud, el miedo disminuye. Porque en el diálogo podemos resolver. Y el diálogo es escucharse entre las partes.
Reivindiquemos la curiosidad porque no cansa, porque está fundada en un interés intelectual gozoso. El miedo cansa mucho. ¡No le demos tanto espacio!