Pasó una semana y no se mueve una coma del demencial sistema de descenso de la temporada venidera. Los partidos de 2019 valen 60 por ciento y los de 2020 un 40 por ciento a la hora de resolver los cuadros que perderán la categoría.
Al madurar los antecedentes, nos encontramos que Cobresal, Unión Española, Deportes Iquique y Unión La Calera tienen un partido más. Un dato no menor en el caso de los hispanos, que al perder en el Salvador (3-2) y poseer un cotejo extra, su división de puntos los complica ante cualquier rival si se ven apretados en el registro acumulado.
Tampoco está claro qué tabla prevalecerá. ¿Qué ocurre si un equipo sale último en la anual y en la acumulada? ¿Quién lo acompañará, porque la norma establece que tres instituciones bajarán?¿Se eliminará el partido de los penúltimos y ambos descenderán?
Así estamos al finalizar 2019, donde en una muestra de irresponsabilidad técnica, la selección Sub 20 aún no tiene entrenador. Desde la eliminación de Rancagua esta categoría perdió 12 meses. La ANFP olvidó que los ciclos de las selecciones son permanentes y jamás se detienen. Tampoco sabemos qué ocurrirá con la Sub 17 después del Mundial de Brasil. En rigor, sí sabemos. A buena parte del Consejo de Presidentes le da lo mismo lo descrito en este párrafo y solo se interesan por la selección cuando llega la hora del reparto de utilidades o de reclamar por algún fracaso o decepción.
En otro plano, nadie discute la supremacía de Universidad Católica. El bicampeonato coronó un proyecto planificado, capaz de sobreponerse a los vaivenes de los resultados, pero que desde 2016 marca distancia a nivel interno. El desafío es dar el salto a nivel internacional. Ariel Holan, el DT elegido por los cruzados, dispone del aval de la Copa Sudamericana lograda en 2017 con Independiente y un plantel que, con algunos retoques, está en condiciones de llegar al segundo semestre en los torneos de la Conmebol.
A la hora de evaluar a los mejores del torneo, la UC se impone por masacre. Matías Dituro, Luciano Aued, César Pinares y José Pedro Fuenzalida fueron los estandartes de un cuadro sin fisuras, salvo en el centro del ataque, donde careció de un delantero para hacer la diferencia. Edson Puch ofreció ráfagas, pero no fue continuo en la banda.
En cuanto a los partidos, el clásico Universidad de Chile-Universidad Católica (1-1) está entre los mejores cotejos por ritmo, situaciones de riesgo y emoción. Otro pleito cerrado, bien jugado, tenso, serio, fue el que protagonizaron la U y Deportes Antofagasta en el Nacional. El 1-0 de Leandro Benegas, en el epílogo, cerró una tarde en que pareció que los azules enmendaban su camino.
Siempre se habla de goles, pero a veces es necesario recordar atajadas. La del argentino Agustín Rossi, de corto y polémico paso por Antofagasta, al evertoniano Juan Cuevas en Sausalito sobresalió. El zurdazo desde la derecha era gol. Se clavaba en el ángulo superior derecho del actual portero de Lanús, pero el manotazo y el vuelo armaron la postal. La ovación premió a los dos protagonistas. Fútbol puro. Ojalá en 2020 podamos hablar más de la pelota.