Lo primero que impresiona de esta película es su reparto: además de sus dos estrellas protagónicas, ofrece un abanico de secundarios que fueron gloriosos entre los 1970 y los 2000. Como para enfatizar esta dimensión del asunto, trata precisamente sobre actores y directores que se mueven entre el mundo del teatro y la televisión.
La historia es sencilla como su título: Charlie Barber (Adam Driver) y su esposa Nicole (Scarlett Johansson) están iniciando un proceso de separación luego de casi diez años juntos. Él es un director de teatro exitoso, calificado como genial, sensible, hacendoso, colaborativo, generoso y, según Nicole, alguien que “viste siempre bien, cosa difícil para un hombre”. Ella es una actriz brillante, que participa del elenco de Charlie, que ha podido ser estrella de TV y es fuerte, autoexigente, cariñosa y bella. Ambos adoran a su hijo de 8 años. Cuando deben opinar uno del otro, los dos dicen que son “competitivos”. ¿Por qué razón, entonces, se separan?
Una premisa de la película es que, en cuanto aparecen los abogados, el proceso se vuelve agrio, hostil, implacable, cruel y hasta mentiroso. La otra premisa es que el motivo de la confrontación —vivir en Los Angeles o en Nueva York— es una tapadera para el egoísmo del que ambos se acusan y el rencor que se ha ido acumulando bajo su vida profesional compartida. Son competitivos.
El director Noah Baumbach (
Historias de familia, Mientras seamos jóvenes) ha construido su prestigio sobre películas similares, centradas en parejas y artistas en crisis. Es un gran director de actores, y ese es también el principal atractivo de
Historia de un matrimonio: las memorables actuaciones de Johansson y Driver y el colosal desempeño de sus secundarios. También es un gran guionista, con diálogos rápidos e ingeniosos, aunque no demasiado profundos. La comparación más obvia,
Escenas de un matrimonio de Ingmar Bergman (que fue hecha para TV), hace manifiesta esa limitación, teniendo presente que esa es una de las obras más pesadas del cineasta sueco.
Pero Baumbach no es un gran cineasta, que es algo distinto de los talentos mencionados. Se ha refinado desde su debut, pero su imaginación visual es tan funcional e impersonal como la que privilegia la televisión. Ha sido muy sobrevalorado y es casi seguro que esta película competirá por muchas de las categorías del Oscar.
En esto cumple con los anhelos de Netflix, que estrena sus películas en algunas salas y por unos pocos días solo para cumplir las normas de esa y otras competencias. Algunas de ellas —como
El irlandés— respiran puro cine y apenas toleran la pantalla doméstica como un mal menor. Otras, en cambio, no pierden nada en la TV porque son más TV que cine. Es el caso de
Historia de un matrimonio: da más o menos lo mismo verla en sala o en casa.
MARRIAGE STORY
Dirección: Noah Baumbach.
Con: Scarlett Johansson, Adam Driver, Azhy Robertson, Laura Dern, Ray Liotta. 137 minutos.