In illo tempore circulaban por Santiago los vendedores de pavos, pastoreando hatos vivos y entregados, en total ignorancia de lo que les esperaba, a entonar sus “gulú-gulú”. Se asomaba la doña a la puerta, elegía un pájaro joven y gordo y se lo entregaba a la Desideria que, antes de metamorfosearlo en ingrediente, le metía por el cogote nueces y pan con coñac, para aliviarle la defunción y adobarlo.
También pasaba por las calles, haciendo sonar un cuerno, un palurdo con su burra, vendiendo vasitos de leche ordeñada incontinenti y administrada a los niños desmemoriados. Decían que ese bebedizo (aguachento, amarillento, dulzón) tenía un cúmulo de efectos medicinales. No negaré que me tocó verlo muy, muy de cerca.
Estos usos estrafalarios de la leche hacen recordar a Popea que, allá en Roma, se bañaba en leche para embellecerse aquella parte y también la otra. Aunque sin llegar a tales excesos, las mujeres de mi casa han dado en la flor de acicalarse entrando a saco en la despensa: el aceite de oliva no se lo comen, sino que lo ponen en los pelos. Se ponen también limones y otras provisiones, y no hay verdura o fruta que no deba temer un uso contra natura en manos del gineceo.
Popea se embellecía para su coronación, y aunque muy luego corrió la misma suerte que los pavos, le dio a Monteverdi ocasión de escribir su ópera
L'incoronazione di Poppea. Y, a propósito, procure Usía conocer
La Calisto, preciosa ópera de Cavalli, que cuenta la historia de una amante de Zeus, rijosa divinidad que urdía todo tipo de estratagemas para ocultarse de su mujer Hera (quien era, como dirían los ingleses, una auténtica “
silly cow” que llegaba siempre tarde a averiguar lo que realmente pasaba y le hubiera interesado conocer).
Hoy haremos “popear” un pollo en crema, restituyendo a este efluvio vacuno su uso natural. Comimos este plato cuando visitamos Fougères y su romántico castillo, donde vivió encerrada “la belle Mélusine”, cuyas carnes eran más blancas que las de pavo y murió atorada con un atracón de manzanas, antes de que el Infeliz Príncipe le diera feroz palmada en el tungo para evitarlo.
Poulet Vallée d'AugeEn 100 gr de mantequilla dore 6 chalotas picadas y, luego, las presas de 1 pollo. Agregue 1 vaso generoso de calvado o pisco y flambee todo. Sal, pimienta, ramo de olores (perejil, tomillo, estragón u hoja de laurel). Cueza 1 hora, olla tapada y fuego muy lento; sacúdala de vez en cuando. Agregue agua si hace falta. Finalmente, añada 1 cda más de calvado o pisco y déle un hervor. Retire el pollo, resérvelo caliente. Disuelva 2 yemas de huevo en ½ l de crema líquida; vierta esto a la olla. Caliente todo, sin permitir que hierva, hasta que espese. Corrija la sazón. Vuelva las presas a la olla para calentarlas y sirva.