Desde siempre, la obra de Gonzalo Díaz incita a reflexionar mediante la sensibilidad y la razón. Así consigue que la estrecha concurrencia de elementos contrarios o, por lo menos, de asociación inhabitual conduzca a la materialización de un concepto. Y el artista lleva a cabo su propósito con la hondura ideológica, la experiencia creadora, el sentido del equilibrio formal que le resultan característicos. Productos de los tres años últimos, los nueve trabajos que propone en Galería D21 realizan una conjunción de objetos inesperados, logrando sí la armonización visual más completa. Desde luego, ciertas ejecuciones llegan más pronto a la comprensión del espectador. Aquí, por ejemplo, los casos de “El último cuadro de Malevich” o del homenaje “La novia muerta”, amalgama de preciosa fotografía —imposible no evocar a la Natacha tolstoyana— y de fílmico documento histórico —¡ese baile custodiado por militares!—.
Por el contrario, se sujetan a muy variadas interpretaciones el lenguaje críptico volcado en metal de “Realismo socialista” o en “El fin de la historia”, cuya flotante negra piedra eruptiva aparenta colgar desde huinchas. Mejor se consigue descifrar el mensaje de la compleja construcción “Civitas Dei” —temática antes utilizada por Díaz—, donde el trágico sentido mortuorio se asocia con una múltiple cita angélica, y el muy hermoso equilibrio entre material e ideario platónico de “El mito de la caverna”, quizá la obra que más persistiría en nuestra memoria.
En la porción más importante de sus esculturas más recientes, Mauricio Guajardo —Galería Artespacio— convierte su material en macizo envoltorio pétreo del gran protagonista: el espacio vacío interior. De esa manera, transmuta la relativa cuadratura de cada uno de los cinco torsos de formato mayor, imprimiéndoles una movilidad muy peculiar. Por otro lado, doblemente contrapone la exterior textura áspera de la piedra en bruto con el perfecto pulido interno, y la coloración rosada de aquella frente al gris claro de adentro. Entre estas metamorfoseadas figuras anotemos una dividida en dos porciones, separadas osadamente por la vidriera que deja la obra tanto fuera como adentro de la galería. Otros volúmenes del grupo conforman ya una visión de erguido tronco humano completo, cuyas hendiduras redondeadas hacen vibrar el vacío interno; ya, en dimensiones medianas, la pieza de pulimentado parejo que muestra un protagónico juego asimétrico de cortes geométricos; ya el granito “Naturaleza 11”, capaz de sugerir el rincón íntimo de un paisaje calcáreo, materializado en una fuente.
Respecto a los adecuados plintos presentes, el amplio “Torso III” provoca un fuerte contraste respecto al travertino liso y al metal reflejante que constituyen la mesa de soporte. Asimismo, en los trabajos de formato medio, una temática diferente predomina. Es la del muro. Aquí, la plana macicez y los ángulos rectos de ella se contraponen a una forma ondulante y de efecto casi visceral. De orientación distinta, aunque ofrecida dentro del presente argumento, llama sobre todo la atención “Puente entre dos puntos”. Mucho más allá de sus proporciones reducidas, despunta monumental. Vasta planicie, podría interpretarse como una maqueta arquitectónica de una gran plaza dura, apta para definir un espacio de circulación debajo suyo.
Pinto d'Aguiar —AMS Galería— sin duda desconcierta a sus admiradores. No obstante, dentro de su obra anterior cabía divisar elementos que anunciaban el hondo cambio actual. Así, sus figuras tendían progresivamente a volverse más esquemáticas, más mínimas, mientras el ingrediente espacial iba adquiriendo una relevancia bastante notoria. De ese modo, ahora nada queda que pueda asociarse con la realidad bien reconocible. Nos encontramos, pues, con una agrupación de 18 variaciones abstractas y estrictamente geométricas. De dimensiones mayores y menores, todas muestran concordancias de paralelepípedos sobre planos oscuros. Composiciones rigurosas, junto con demostrar conocimiento eficaz del color, introducen transparencias y saben irradiar una sutil luz cromática, sin nunca menguar su condición de efecto volumétrico sobre el plano. Entretanto, si las texturas delicadas en alguna medida pudieran emparentarlas con textiles, probablemente la mayor herencia del ayer asoma en el tratamiento del espacio.
Una grácil escultura en alambres —dúo de alambre incólume y oxidado— se corona con el caballo característico, recordando al visitante el tan cercano pasado del autor.
Notizen
Gonzalo Díaz y la potencia de sus metáforas
Lugar: Galería D21.
Fecha: Hasta el 7 de enero.
Invisible
En Mauricio Guajardo, el vacío de la piedra como protagonista
Lugar: Galería Artespacio.
Fecha: Hasta el 28 de diciembre.
Convergencia
Abstracción y geometría en Matías Pinto d'Aguiar
Lugar: AMS Galería.
Fecha: Hasta el 27 de diciembre.