Esto es mejor de lo esperado. No soy amigo de la tercera trilogía de los Skywalker, pero el director J. J. Abrams ha hecho lo mejor que ha podido, y tras un inicio algo anquilosado de esta novena parte, debo decir que esta película está entre las más efectivas de la saga. ¿Por qué? Bueno, se baja el volumen a varios caracteres de caricatura (gracias, Finn, por ser más recatado) y en medio de la aventura de matiné y de fórmula, aparece lo que realmente nos interesa: la caída y ascenso del único Skywalker “joven”, nuestro Ben Solo (Adam Driver, gracias por actuar bien).
Este peso juega un buen espejo en la carga de la propia protagonista, la muy poderosa Rey (Daisy Ridley), una jedi innata cuyo origen e identidad es parte del misterio que mueve los pistones de este final. Quizás no sea el gran final que se merecía la saga iniciada hace más de 40 años, pero por los menos no estropea a personajes clásicos, sus historias y dignidad en pos del márketing. Y es ñoña. No sé si es mejor que “Rogue One”, el spin off de Star Wars que hace un tiempo se robó mi corazón, pero por lo menos este gran final está construido con más cariño y con más respeto hacia las bases de una aventura de soap opera, cuyo viaje a lo largo de los años ha sido irregular e intempestuoso.
Yo quedé feliz con el cierre. Se siente bien este “adiós”: es una visita respetuosa al propio museo que es Star Wars dentro de sus secuelas. Una visita guiada a la nostalgia. Bien.
“Star Wars: Episode IX”. 143 mins. TE. En cines.