Este no es un buen fin de año para Donald Trump. Ha pasado todo 2019 luchando para evitar que los demócratas avancen en la investigación para un juicio político, y no lo logró. Una “caza de brujas”, “una farsa” dice que es este proceso. Lo cierto es que con los cargos bien fundamentados que presentó la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Cámara de Representantes es casi seguro que el proceso siga. Un juicio político en EE.UU. va más allá de una acusación genérica de responsabilidad política. La Constitución es clara: un Presidente es destituido si es “condenado por traición, soborno u otros crímenes o delitos graves”. Así de claro es el texto norteamericano, por eso debe estar muy bien documentado.
Los demócratas creen que la acusación es firme: el primer artículo, “abuso de poder” por haber instado a un gobierno extranjero (Ucrania) a realizar una investigación contra un rival político, lo cual iba en beneficio directo de su campaña para la reelección. El segundo: obstrucción a la labor del Congreso, al impedir a “agencias, oficinas y funcionarios” de gobierno entregar testimonios y documentos a la Cámara para seguir su investigación. Según el texto, realizó “un desafío categórico, indiscriminado y sin precedentes” al trabajo del Legislativo, en perjuicio del “exclusivo poder de enjuiciamiento” que le da la Constitución.
Que esos sean delitos graves lo decidirán los senadores que actúan como jurado en un impeachment. Que haya mérito para destituirlo y que sea conveniente hacerlo es un debate abierto en Estados Unidos, pero muy dividido en líneas partidarias. Los norteamericanos tienen una pésima opinión del Congreso: apenas el 20 por ciento aprueba su labor, y entre 61 y 67 por ciento la desaprueba. No es raro, entonces, que los norteamericanos duden de si es bueno o malo hacerle un juicio al Presidente. Un promedio de las últimas encuestas muestra que la opinión pública está partida en dos: 46,5 por ciento está a favor de que Trump sea destituido y el mismo porcentaje, en contra.
La Cámara tiene mayoría demócrata, por eso aprobaron los artículos del impeachment en la comisión, y es probable que el pleno lo ratifique esta semana, aunque algunos representantes, por temor a no ser reelegidos en distritos favorables a Trump, puedan votar en contra, sin modificar el resultado. Algo así se vio acá con la acusación al exministro Andrés Chadwick, la decisión estaba tomada en bloque, y aunque no hubo órdenes de partido, el resultado fue el esperado, porque la oposición hizo valer su mayoría.
Pero en el Senado los republicanos llevan la delantera, y eso debiera salvar a Trump. Esto del impeachment parece un show político-mediático, que al inicio del proceso de las primarias tendrá un impacto difícil aún de medir. ¿Será un espaldarazo a Trump, que será considerado una víctima de los políticos desprestigiados? ¿Será beneficioso para Biden, quien encabeza los sondeos demócratas, al ser visto como la víctima de las maniobras de un poderoso presidente multimillonario? O, por el contrario, ¿se le implicará en el escándalo por los negocios de su hijo en Ucrania, lo cual reforzará las opciones de reelección de Trump?
Todo está abierto en el inquietante escenario político de Washington.