Al fútbol chileno lo azota un clima de sentimentalismo y lágrima fácil, donde algo tan normal como el retiro se convierte en un drama exagerado.
La insistencia de los llamados referentes –jugadores de la élite criolla- por seguir vigentes, es lo que marca los movimientos de Colo Colo, un equipo que se ha hecho lerdo y pesado, porque el lastre del pasado pesa más que el futuro.
A Jaime Valdés, un mediocampista de 38 años, no le renuevan y una decisión previsible, significa algo terrible: “Hoy es el día más triste de mi vida”.
Los sentimientos de Valdés son genuinos, quién podría dudarlo, pero hay mala educación laboral para aceptar lo inevitable, en este caso la despedida de Colo Colo, pero su carrera puede continuar en otros clubes. Nada se lo impide.
Lo de Esteban Paredes y un arreglo contractual por seis meses, tendría como principal propósito batir el récord de Carlos Caszely y sus 208 goles, con la camiseta alba. Paredes suma 193. Es reglamentario ¿pero es digno hacerlo a punta de penales? El goleador albo ostenta marcas que lo dejan en la historia de Colo Colo, con comodidad y plena justicia. ¿Para qué más? ¿Dónde está la racionalidad y la grandeza de retirarse de Colo Colo cuando corresponde, en vez de forzar tiempos extras y minutos añadidos?
Para lo extra hay clubes con exigencias distintas: Palestino o La Serena, por ejemplo. En La Serena se retiró Ermindo Onega. Cuidado.
Jorge Valdivia, incluso intermitente y semiretirado, es un jugador único y superior a la mayoría de los que juega en su puesto. Otra cosa distinta es pretender seguir activo y retirado al mismo tiempo. Ya dejó el recuerdo de un mediocampista excepcional que en cualquier comparación saldrá ganador. Y por mucho tiempo, por décadas quizás. ¿Qué otra cosa se puede pedir? No será más plata, que ya tiene. Tampoco más gloria, porque lo que fue, ya fue.
¿Por qué no otro club, para renovar el aire con un último suspiro? ¿Huachipato o Wanderers? ¿Temuco o Cobreloa?
De Primera o Primera B, son buenas plazas y esos estadios necesitan público, fervor y uso.
A Francisco “Chamaco” Valdés no se le cayó la corona cuando estuvo por los potreros de antes que no son los de ahora.
Tampoco a Leonel Sánchez los anillos, cuando se retiró con la camiseta del esforzado Ferroviarios.
En un Chile rudimentario de dineros menores, fueron fieles a un profesionalismo imperfecto, porque no había otro: vivían del fútbol, lo hicieron hasta donde pudieron, se retiraron sin daño ni abuso y partieron a vivir con lo justo a un mundo duro y real, que no se compara con las condiciones actuales. Y menos con jugadores de ahora como Paredes, “El Mago” o “Pajarito”.
Hay que dejar, entonces, que las cosas pasen.
Y también dejar a Colo Colo en paz.