“Contra lo imposible” es cine de aventuras al viejo estilo y vaya que se agradece. Antes de que “cine de aventuras” significara “Indiana Jones” o “StarWars”, antes de que Spielberg y su generación movieran el cine industrial al espectáculo adolescente y lo fijaran en su estado actual, el género se trataba de poner a adultos en situaciones de riesgo y observar qué sucedía. Howards Hawks, que sin inventar los géneros llevó a muchos a su máxima capacidad expresiva, hizo de la aventura una forma de entender el mundo. Desde “Air circus” (1928) a “Hatari!” (1962), una y otra vez usó la acción, el peligro y al hombre puesto al límite de sus capacidades como una manera de explorar el carácter, las relaciones y la facultad de cada cual para conducir su propio destino.
“Contra lo imposible”, hoy en cartelera, es heredera de esta moral. De hecho, tiene una conexión directa con quizá la última gran película de Hawks, “Red Line 7000” (1965). No solo porque ambas describen el mundo de las carreras de autos, sino porque la cinta de James Mangold está ambientada en los mismos años en que se filmó la de Hawks. En sus primeras líneas, sin ir más lejos, habla de lo que significa manejar sobre las 7.000 revoluciones por segundo y entrar en la zona roja del tacómetro, donde “todo se desvanece. La máquina pierde su peso. Simplemente desaparece. Y lo que queda es un cuerpo moviéndose a través del tiempo y el espacio”.
“Contra lo imposible” relata, bajo la mirada de Carroll Shelby (Matt Damon) y Ken Miles (Christian Bale), la exigente batalla que se dio entre Ford y Ferrari por el dominio del circuito automovilístico a mediados de los años sesenta, batalla cuyo epicentro fueron las peligrosas y célebres 24 Horas de Le Mans. Shelby, que en 1959 fue el último corredor en vencer a Ferrari, es contratado por Henry Ford II (Tracy Letts) para organizar un equipo que doblegue a la escudería italiana. Y como pieza esencial, Shelby recluta a Miles, que si bien es su amigo y un piloto dotadísimo, también posee un carácter imposible, que le gana rápidamente enemigos en la burocracia de Ford.
Mangold, por cierto, no es un genio como Hawks. Resulta difícil no ver que su intento de incorporar a una mujer fuerte en la señora de Miles (Caitriona Balfe) no aporta demasiado ni en la trama ni en la tensión moral de la cinta, como tampoco la presencia de su hijo (Noah Jupe), que tiene poca vitalidad y se siente más bien útil para que otros personajes puedan describir asuntos propios de las carreras que de otra manera no expresarían por obvios, y así hacerlos ver al público no iniciado.
Con todo, “Contra lo imposible” no solo corre: vuela. Si “Red Line” tenía un aire à gogo, aquí los sesenta se ven pulcros, metálicos, rudos, protagonizados por hombres que habían estado en la Segunda Guerra Mundial veinte años atrás y tenían escaso respeto por el riesgo o la muerte. La cinta celebra este mundo perdido, y enfrenta la pasión, el instinto y el profesionalismo de Shelby y Miles contra la burocracia corporativa de la Ford. Shelby es un seductor, un encantador de serpientes, que usa las palabras para abrirse camino. A Miles, en cambio, su franqueza, su carácter arisco y destemplado, le cierran una y otra vez las puertas. Son dos clases de talentos, de artistas, que se respetan, se complementan y, cómo no, se quieren. Y si bien las carreras de “Contra lo imposible” están filmadas y montadas llenas de tensión, adrenalina y gozo, la cinta en el fondo avanza sobre esta amistad. Todo esto, de nuevo, es muy hawksiano, pero con la cinta aporta un aire contemporáneo, que pone énfasis en cómo hay algo muy vital en una aventura análoga, mecánica y esencialmente masculina como esta. Los 50 años que han pasado desde los hechos originales solo ayudan a verlo mejor.
Contra lo imposible
(“Ford v Ferrari”)
Dirigida por James Mangold
Con Matt Damon, Christian Bale y Jon Bernthal.
Estados Unidos, 2019, 152 minutos.
DRAMA