Entiendo que han sido pocos, aunque no sé si todos originales, los intelectuales convocados por La Moneda para abordar en sendas reuniones y almuerzos con el Presidente Sebastián Piñera lo único que nos convoca: los tiempos revueltos y cómo salir adelante.
En lo que salió publicado de las dos primeras microcumbres, la de octubre y noviembre, un primer comentario: fue sin mujeres.
Una opción es que no hayan convidado a ninguna y la otra es algo que no creo: que los medios las menospreciaran y no las mencionaran.
Sea una cosa o la otra, el hecho me parece discriminatorio y hasta ofensivo, porque en Chile hay decenas de señoras y señoritas intelectuales que podrían haber participado con cancha y holgura. Sin mucho buscar, se me ocurren varias de inmediato. Ninguna es historiadora.
Así van las cosas en palacio, lento con la empatía y comprensión lectora, porque es más fácil que me inviten a mí a que inviten a una mujer.
En fin.
¿Cómo se hace la selección e invitación?
No me atrevo a dar una lista de inmortales que deberían ser invitados, y escribo inmortales según el uso de la Academia Francesa, que supo diferenciar el instrumento eterno —la lengua— de los intérpretes pasajeros: los doctos hablantes.
Los nombres que propongo, sin duda, han ido a La Moneda en otras épocas, pero convocados para mesas estrechas y sectoriales, asuntos triviales y materias de escasa importancia.
Lo de ayer no era más que cortesanía, pero las microcumbres son distintas, porque ahora es de verdad y la opinión importa.
Me constan la molestia campante y el silencio iracundo de diversos intelectuales que aún no han sido invitados.
Conozco el caso de un docente que es panelista incansable en los matinales, en los vespertinos, y desde luego en los nocturnos. Ese hombre sufre.
Hay profesores y analistas muy apreciados en la soleada California o en la cosmopolita Nueva York que son resistidos por los mentideros criollos que les ponen proa y espolón —por envidia, creo yo— y están felices de que no los inviten.
Hay una legión de diplomáticos retirados que aúllan por ese llamado a viva voz, y alguno intentó vender su alma al Diablo por ir a la microcumbre, pero se le olvidó que carecía del espiritual elemento, porque ya lo había vendido: fue por un cargo de embajador en un país europeo.
En general: sigan insistiendo, escriban donde puedan, sean panelistas donde los llamen y jamás pierdan su calidad de entrevistado permanente.
Si logran que los conviden a algún almuerzo futuro, algunos detalles extras: no lleven nada escrito, y menos intenten dejar lo que para ustedes es puro pensamiento, pero para La Moneda no es más que hoja en blanco. El poder es así.
Lo otro: no salgan y llamen a la prensa para callado y cuenten la reunión. Esa es la vana gloria del mentecato invitado que nunca será un intelectual.
Lo último, cuando el Presidente escucha y anota, no se engañen, no anota: dibuja paisajes rudimentarios, dibujos muy chilenos con casita, cordillera, sol y nubes. También figuras extrañas, oscuras, fantásticas.