Philippe Lançon, hasta los 51 años, era colaborador habitual del diario
Libération y del semanario satírico
Charlie Hebdo, en cuya oficina se encontraba el 7 de enero de 2015, cuando los hermanos Kouachi (en represalia por caricaturas del profeta Mahoma publicadas tres años antes) irrumpieron en el lugar y mataron a 12 personas e hirieron gravemente a otros de los presentes. Lançon fue uno de los sobrevivientes, con el tercio inferior de la cara destrozado y otros balazos en sus brazos. El título del libro alude al colgajo de carne y huesos que caía de un enorme agujero en su rostro. En torno a ese atentado gira el libro, pero no como denuncia ni como historia, sino como el registro de cómo su vida fue otra, de cómo se convirtió en otro, no solo por la desfiguración física, sino sobre todo por la experiencia de haber estado ahí, en ese momento pavoroso que reconstruye minuciosa, obsesivamente, como si en ese lapso pudiera encontrar una ruta hacia el nuevo yo, hacia el Philippe sobreviviente, ese que se preguntó, cerca del mediodía: “Cuando no se la espera, ¿cuánto tiempo hace falta para sentir que la muerte llega?”. Escuchó primero unos estampidos sordos, como petardos; luego vio reaccionar al policía asignado a la custodia del director de Charlie; luego, ya en el suelo, herido y espantado, vio un par de piernas negras y un largo fusil.
Lançon cuenta su vida anterior. Se detiene largo rato en la obra de Shakespeare que vio la tarde previa,
Noche de Reyes, y recuerda una frase que nunca pudo haber escuchado porque no estaba en el texto: “Nada de lo que es, es”. Pero sobre todo reconstruye su vida nueva, los 10 meses en distintas habitaciones del hospital, su relación con las personas que están alrededor de él, desde la familia hasta la pareja y el personal hospitalario, y su retorno a la vida urbana. Y ahí es donde el libro se constituye en un ejercicio de sinceridad y de autoexploración tan radical que llega a ser doloroso; y es que nada había tocado antes tan profundamente su vida. Al momento de despertar después de su primera operación, que duró ocho horas, dice que “estaba poseído por los fantasmas dulces del amor, del futuro y de la costumbre. Estos fantasmas tienen la piel dura, la eternidad se abre siempre detrás y delante de ellos; pero en ese momento tenían la piel frágil y todo se desvaneció”. Cómo se reconstruye una vida, cómo se elaboran los recuerdos reales y los falsos, cómo se vence el hábito de la memoria de esconder lo que más duele: esa es la magnífica y extraordinaria crónica que cuenta
El colgajo.
PHILIPPE LANÇON
Anagrama, Barcelona, 2019. 446 páginas.