El clásico que jugaron el fin de semana el City y el United, ahondó lo que la prensa inglesa califica de crisis de la propuesta Guardiola. Por cierto, los números hablan de un período bastante mediocre de los citizens, porque la derrota ante el tradicional rival los alejó 14 puntos del sólido líder de la Premier League —el Liverpool de Klopp— y claro, es probable que Manchester United no logre el bicampeonato.
Pero de ahí a decir que estamos en presencia casi de la defunción de la propuesta de Guardiola no solo es injusto, sino que alejado de toda racionalidad analítica.
Y es que los modelos que logran imponerse en el fútbol —y el que impuso Guardiola lo es— exceden y sobreviven incluso a los resultados eventuales.
A diferencia de los manifiestos que logran valoración por un triunfo resonante y específico —y que se convierten en tendencia por un tiempo, como si fueran modas— los conceptos que se basan en reflexiones y compromisos con una idea, aunque ella no logre frutos con rapidez, son a la larga más consistentes, duraderos y terminan, la mayoría de las veces, convirtiéndose en focos que iluminan nuevos idearios.
El guardiolismo, en rigor, es la modernización de la filosofía conocida como “Futbol Total” que se fraguó en el Ajax de los 60 desde las divisiones menores que comandaba Rinus Michels.
Pese a que los resultados no le fueron siempre favorables (aunque hay que aclarar que Ajax pasó de ser un equipo de segundo orden a un protagonista europeo), lo que quedó plantado bajo tierra fértil fueron conceptos, ideas, propuestas, visiones que germinaron y que Guardiola —al amparo de Johan Cruyff, el más sabio de los alumnos de Michels— logró cristalizar en su propia idea conocida como “Fútbol de Posesión”.
Es cierto que los modelos no son capaces de establecerse siempre como verdades irrefutables. Sería impropio que ello ocurriera. Es parte del juego y de la belleza del fútbol que se busquen ya sea antídotos para contrarrestar un modelo exitoso, o caminos propios para prevalecer y convertirse en nuevas revoluciones.
Al “Fútbol Total” de Michels, por ejemplo, se le enfrentó en 1974 con el llamado “Fútbol Físico” de los alemanes que veían la táctica (“Taktik”) como una manera mañosa de cubrir intenciones defensivas…
Lo mismo ocurre hoy. Guardiola y su ganadora fórmula sintetizada de “las cuatro p” de Michels (posesión, posición, precisión y presión), hoy parece superada por otro concepto alemán, donde prevalece la presión tras la pérdida de la pelota y la triangulación corta antes de efectuar el ataque masivo y rápido que es lo que expone Klopp en su fabuloso Liverpool.
También tienen relevancia las propuestas de Erik ten Hag (Ajax), de Conte (Inter) y de Simeone (Atlético de Madrid), que surgen con la idea de contrarrestar o al menos reducir el impacto que el guardiolismo tiene en la alta competición.
Sí, claro. Es posible que los números hoy no le sean favorables al Manchester City de Guardiola. Que finalmente no le dé para alcanzar una nueva corona inglesa y tampoco para alzar la esquiva Champions que el City tiene como deuda.
Pero el modelo no está en crisis. Goza de buena salud.