Los dirigentes de la ANFP solucionaron la injusticia: sube Santiago Wanderers a Primera y San Marcos de Arica a Primera B.
Estos caballeros se sientan en mesa oblonga o con forma de U o de peine, y esa mesa que no es limpia ni redonda, explica el suceso de borrar con mano temblorosa lo que antes decidieron con codo chueco.
Floridor Pérez nació en Yates, pegado al seno del Reloncaví, y de niño estudió por Cañitas, Río Frío y Victoria, y luego fue profesor por Los Ángeles y Combarbalá, y después por Santiago y Viña del Mar.
Lo de ser de Wanderers fue desde el comienzo, y hoy estaría contento.
No puede saber que Wanderers volvió a Primera, o a lo mejor sí, nunca se sabe; murió el pasado septiembre, flaco y con gorrito, a los 81 años, pero dejó su poesía y tantas antologías.
“Poesía chilena del deporte y los juegos”, por ejemplo, con obras de 110 poetas nacidos entre 1533 y 1974, donde lo de 1533 no es error, sino Alonso de Ercilla y Zúñiga. Algunos inéditos, porque la oportunidad hay que darla siempre.
Otros consagrados, a los que se les respeta.
Después de la confusión y miseria en la ANFP, del espanto y tontería, nos queda el fútbol y la poesía. Salió de verso, fue con esfuerzo.
“El equipo chileno juega bien; pero la mala suerte lo persigue”. Nicanor Parra.
Se titula el poema “Chamaco Valdés”, fue escrito cuando estaba vivo y son los versos finales: “Ahora los dos estamos viejos. Yo recuerdo casi todos tus goles. Tú no sabes que escribo poemas”. Clemente Riedemann.
De “La persecución del poema y la poesía según mi padre conmigo jugando fútbol”, estas son palabras en movimiento pegadas a una banda. Es Mauricio Redolés el que la lleva:
“Míreme, míreme, míreme, míreme, míreme, míreme, míreme
Míreme
No le crea
Míreme, míreme, míreme
Sígalo señor
No le crea”.
“Pichanga”, pero un extracto de tres líneas, de José Ángel Cuevas, y por esos partidos con jóvenes que ya no daban más:
“Jugaremos, jugaremos hermanos
hasta caer desmayados.
Solo el diluvio podrá detenernos”.
Naím Nómez en “Noche de difuntos”, versos finales de fútbol y amor:
“La noche que la Católica ganó a River
la del espejo ardiendo entre los ojos
la de tu viaje a tu casa allá en lo oscuro”.
O es “Oración del arquero frente al penal”, y es por Nelson Tapia en el Mundial de 1998, cuando “diez dedos son más fuertes que arma y asesino y que tal vez ¡justo hoy! las flores cubrirán mi refugio y la gloria me levantará en andas más arriba del cielo”, escribe Marco Sotomayor, periodista y poeta.
A nadie le falta Dios.
Tampoco a Floridor Pérez, que nació por la comuna de Cochamó, pero al lado de Wanderers, el verde y los pinos. Estaría feliz. A lo mejor está feliz.