Centro Cultural Estación Mapocho, se ingresa a la izquierda, ahí está Galería Bicentenario. Expone Constanza Cox. Conocíamos su vigoroso temperamento pictórico. Pero es hoy día cuando nos entrega su manifestación más plena. Fiel a la pintura, logra vitalizarla mediante una imaginería abstracta muy personal. Se trata, así, de visiones que parecen rescatar espectros de maquinarias electrónicas desconocidas, aunque posibles de existir. Y para ello se fundamenta en una geometría de factura voluntariamente imprecisa y de simetría muy libre, manejada con especial inventiva visual. Al mismo tiempo, algo de metálico, de plano objeto tecnológico se desprende de personajes semejantes.
En cuanto a los materiales utilizados, la artista recurre tanto a telas enteras, como a pedazos de lienzo recortados, pintados en ambos casos con espray blanco y negro. Al tratarse de fragmentos, se encuentran pegados a la manera de un
collage, aunque dispuestos dentro de la armonía más rigurosa. Dentro del excelente nivel de calidad de los ocho trabajos mostrados, las composiciones más complejas nos parecen las de mayor interés. Anotemos, por ejemplo, la pintura particularmente hermosa que abre la exposición: irradia vigor expresivo a través de su dúctil fortaleza formal. Asimismo resulta necesario destacar aquellas dos telas que introducen, protagónico, el probable espacio circundante, convirtiendo el artefacto ya en ara única y central, ya dividido en dos porciones. Añadamos el efecto sutil de claroscuro que emana de todos los trabajos expuestos. Si bien ello se advierte preferentemente en aquella pintura que adopta el formato de ancha cruz de brazos iguales.
Una novedad de veras positiva nos resulta el joven Ricardo Lagos, propuesto por Galería Isabel Aninat. El concepto que aquí preside su producción corresponde a la identidad de los signos de la comunicación humana en todas las razas, en todas las épocas, en los territorios todos. Y desarrolla con amplitud su idea. De ese modo, su imaginería compleja comprende varias etapas. Para comenzar, un ancho conjunto mural en función de documental ilustrativo. Lo integran diagramas sencillos, escritos de letras blancas sobre el gris de la muralla,
collages que reúnen textos y fotografías con color recortados de publicaciones, más dos videos sin coloración. Uno de estos en principio interesa más. Registra el paso del ojo del autor y su disolución en el paisaje circundante; atractivo planteamiento que exige una elaboración mayor.
Pero también juegan otros elementos, alguno de gran atractivo. Nos referimos a una rica y hermosa escultura con luz. Probable culminación del conjunto, dispone sus blancos, rojos y negros signos actores sobre ocres claros, a los que sostiene una curva armazón de débiles cajas de embalaje. Subrayan su apariencia de biblioteca caótica una pareja de videos sin color, donde jeroglíficos y números parpadean en compás desigual. En esencia, esta imagen se simplifica mediante una construcción mural de ennegrecidas varillas de bambú, de la cual cuelgan pendones coloreados de tela, individualizados por los protagonistas capitales del expositor.
Entre los demás participantes descuella un trío de variaciones pictóricas. En amplias dimensiones, componen los signos con cierto sentido heráldico. Hay que hacer notar, sin embargo, el desequilibrio formal en la obra provista de fondo púrpura. El denso informalismo de este trabajo tiende a tragarse lo plano de los signos. Tampoco podemos dejar sin mencionar el lindo y colgante cuaderno de autor, atrayente y de nutrido material.
Dentro de la original vitrina que, asimismo, cumple funciones expositivas en Galería Aninat, Manuela Viera-Gallo despliega un netamente figurativo homenaje a la mujer anónima, tanto en el aspecto singular como en el plural. Lo integran dibujos, fotografías varias veces intervenidas, pinturas más bien pequeñas —sobresaliente el expresionismo evocativo de la pareja femenina sentada con la cabeza gacha—, y un participante insólito, pero de especial eficacia simbólica: platos —de muy fina procedencia— quebrados y atados por cuerda. Respecto a las realizaciones con solo pigmento pictórico, la artista tiende a adoptar sus desnudos multitudinarios o unitarios a una factura casi naif. La inclusión de los inesperados objetos de porcelana, de los grupos femeninos con los carteles del desfile reemplazando sus cabezas, la intromisión de la Medusa clásica nos parece, quizá, lo más atractivo de la exhibición.
Maquinaria
La muy bien desarrollada y vigorosa imaginería de Constanza Cox
Lugar: Centro Cultural Estación Mapocho
Fecha: hasta el 29 de diciembre
Andariego
La atractiva propuesta de Ricardo Lagos, el joven
El asesinato de la lengua materna
La mujer, figura y símbolo en Manuela Viera-Gallo
Lugar: Galería Isabel Aninat
Fecha: hasta el 23 de diciembre