Un vuelco al pragmatismo deberá realizar el Presidente Alberto Fernández para insertarse en la región. Este martes asume, con Cristina Fernández de Kirchner como Vicepresidenta.
Solo dos presidentes del hemisferio sur y el cubano han confirmado su asistencia a la inauguración. Es una señal de alerta. Las ausencias presidenciales regionales son justificadas. En su primera gira como Presidente electo no visitó a ningún mandatario sudamericano, solo al de México, algo inusual y por afinidades políticas. Maltrató al gobierno chileno y al brasileño en su campaña. Provocó al Presidente de Brasil invitando a Lula a la asunción del mando. Chile es la principal frontera y aliado estratégico de Argentina, y Brasil, determinante y su primer socio comercial. También apoyó a Evo Morales.
Alberto Fernández, mal aconsejado, es fundador del Grupo de Puebla, que reúne a personalidades “progresistas” latinoamericanas. La nómina incluye a los exmandatarios Evo Morales, Ernesto Samper, Lula da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa, Fernando Lugo y José Mujica: dos destituidos, uno prófugo, otro condenado por sobornos, uno renunciado por fraude electoral y otro acusado de haber sido financiado por el Cartel de Cali. Todos ácidos opositores de los actuales gobernantes sudamericanos.
El Grupo pretendió reunirse en Santiago esta semana con la participación de Alberto Fernández. La reunión fue cancelada el martes. Resultaba del todo desaconsejable su viaje a Chile sin invitación oficial, con riesgo de ser interpretado como una intervención en los asuntos internos, de evidentes costos para la relación bilateral, estratégica para ambos países, en altísimo nivel.
Mauricio Macri y Sebastián Piñera dejaron atrás los desencuentros provocados por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, que incumplieron el tratado gasífero, al cerrar unilateralmente, sin compensación alguna, el suministro de gas, lo que afectó a cientos de miles de hogares y a centenares de industrias nacionales, y que impusieron trabas al comercio y a las inversiones chilenas en Argentina. Importante fue el retroceso que causaron Cristina y Néstor Kirchner a la confianza entre los dos países, lograda desde el Tratado de Paz y Amistad de 1984, suscrito por los Presidentes Pinochet y Alfonsín.
El Presidente Fernández haría bien en distanciarse del Grupo de Puebla y acercarse al otro grupo: el de sus pares sudamericanos. Parece lo más conveniente para su país y la región. El Presidente Piñera haría un gesto de altura con su asistencia a la transmisión del mando argentino. Los intereses permanentes entre Chile y Argentina están primero.
Hay un primer paso al pragmatismo de Fernández con el nombramiento de su canciller, Felipe Solá, respetado y moderado exgobernador de la Provincia de Buenos Aires. Habrá que ver quién será su embajador en Santiago, continuador de la brillante gestión de José Octavio Bordón.