Si el hombre es un lobo para el hombre, que otra cosa se puede esperar de las sociedades anónimas que controlan al fútbol chileno, donde en sus directorios lo que sobran son hombres, precisamente.
Habrá alguna mujer, por excepción y en el papeleo, pero en los hechos es un territorio dominado por lobos.
Acá no hay doncellas perseguidas, príncipes valientes ni rayos de luna.
En la ANFP lo que hay, más bien, son juegos de tronos.
Un mundo que se ve fascinante cuando está en una serie inglesa, pero que horroriza cuando se encarna en la realidad chilena.
La conclusión es que ni la serie es tan buena, ni la realidad tan terrible.
Son las cosas como se crearon y como son.
Es el fútbol y son los dirigentes y sus sociedades, que cuando se trata de sobrevivir en la división y no perder el dinero que reparte el CDF, la crueldad y el descaro no tienen medida.
Se puede vivir con la injusticia. Eso explica lo de Wanderers y San Marcos de Arica.
También con el descaro: un dirigente estuvo de acuerdo con suspender el campeonato, algo que le convenía a su equipo; pero quería continuar con la Copa Chile, incluso en otro país y pese al nombre de Chile, por idéntico motivo: le convenía a su equipo.
Un equipo de Primera, para efectos de votos y de platas del CDF, pesa el doble y más, que uno de Primera B. Así que esto es sangre, sudor e intereses creados, el resto es secundario, por lo tanto se aceptan protestas, críticas y se asumen los daños colaterales. Ya pasarán.
Si alguien no lo lee de esta manera, tiene todo el derecho de entenderlo a la suya, incluso puede rasgar vestiduras, repicar campanas y ladrarle a la luna. Está en su total derecho. Ya llegará la edad madura.
El fútbol es un cariño malo.
A Wanderers, entre paréntesis, le olfatearon la debilidad. A mitad de año se retiró el dueño millonario y es un club dirigido por empleados. Y los pares son lobos, ya está dicho.
Los equipos de Primera se fortificaron en el número de 16, plantaron un campeonato anual y estrecharon los descensos y ascensos. Algún torneo de Primera B duró año y medio (mitad del 2017 y todo el 2018), para hacer lento y difícil el tránsito. Y ahora, el 2019, vieron la ocasión, cerraron la llave, se aferraron al peral y encogieron las patas, mientras pasa el vendaval y el escándalo.
O sea que son los Five Points de Manhattan, toda Sicilia o el madrileño Carabanchel.
Este es el club de los pelirrojos, la cofradía de Isla Tortuga y los conjurados sin nombre.
Si alguien no entiende que estamos entre piratas, que los juramentos se hacen para romperse y es ron lo que se toma, en ese caso, queridos, simplemente no han asimilado la naturaleza del juego.
En este mundo de lobos, por lo demás, Goliat siempre le ganará a David. Seamos serios. Siempre.