Durante estos días de grave anormalidad pública, no pocas exhibiciones han retardado su inauguración. Comentamos algunas que terminan en estos días. Destaquemos tres. Para empezar una de Galería Patricia Ready. Ahí, Patrick Steeger osa hacer arte, a través de una recolección de fragmentos y menudencias del paisaje todavía relativamente virgen. Y cumple plenamente su cometido. Para eso reúne una cantidad grande de aquellos materiales, distribuyéndolos como miniaturas dentro de 23 mesas vitrinas, a la manera de los gabinetes de ciencias naturales de centurias anteriores. Desde luego encontramos sus acostumbradas maderas, ahora simplificadas y reducidas al verismo directo de su estado natural. Sobre todo ha recolectado corteza y ramitas insignificantes. También resultan protagónicos los organismos adheridos al leño: hongos, mohos, líquenes, musgos… A ellos se suman semillas —incluidos volátiles, etéreos dientes de león— y sus vainas protectoras, conchitas, piedras y piedrecitas coloreadas, restos de huesos mínimos y sus pulpas secas. Con semejantes elementos dibuja, compone, dignifica las distintas texturas y los colores propios con elegancia e inventiva formales. Así, cada una de estas colecciones luce límpida, hermosa, ajena a cualquier monotonía.
Una segunda parte de lo expuesto deja ver un mural constituido por secciones, una larga rama y sus acompañantes naturales. Tiene gracia constructiva y un refinamiento cromático indudables. La tercera etapa de la exposición de Steeger, asimismo, alude al conservacionismo ecológico con una tubular casa mínima, para agregar al paisaje y vivirlo directamente.
Tapices entre 1999 y 2019 nos entrega Carolina Yrarrázaval, en el Centro Cultural Las Condes. Sobriedad de diseño, austeridad cromática, hermosura textil los caracteriza. Intensamente transfiguradas, podemos hallar sus fuentes: los tejidos andinos, las abstracciones del siglo XX, además de decisivas gotas japónicas. De repente, un rojo a la vez apagado y vibrante —“Nostalgia”— nos trae el recuerdo de primeras épocas de la pintura paterna. En general, se hacen admirar las piezas del presente año. Portan protagónicos pliegues y alforzas que, refinados, acentúan el esplendor táctil y su refinado efecto volumétrico. Tenemos, así, trabajos tan atractivos como “Oleadas de recuerdo” y sus ricas ondulaciones; la alforzada “Pequeñas capas”; “Capas andinas”, cuyo toque de violeta enciende, discreto, blancos, grises y negro. Destaca, por otro lado, la finura de un tapiz en lino y papel de seda con su brillo recatado, junto a “Brocado crudo” (2017) con el equilibrado bordado en su extremo derecho. Por su parte, dos realizaciones en yute según la técnica shibori (1999 y 2018) revelan el influjo de Oriente y la de fecha más reciente hasta se convierte en una vestimenta japonesa.
Cecilia Avendaño —Galería CCU— nos propone de nuevo sus adolescentes peculiares, por intermedio de fotomontajes digitales con color. Se trata, pues, de lindas púberes cercanas a la niñez, pero en las que ya despunta, acaso, la futura mujer objeto. Sus ojos y su boca parecieran indicarlo. Vestidas con elegancia y de tocado complicado, ya lucen de pies a cabeza, ya de medio o de tres cuartos de cuerpo, ya dejan ver solo su rostro o parte de él. No obstante, de algún lugar de la piel emergen señales de exóticas enfermedades, bien cual señales superpuestas, bien como irrupciones desde dentro. Muchas de estas pestes se vinculan con el mundo vegetal: manchas, hongos, raíces, hasta floraciones insólitas. Por otro lado, llama la atención la concurrencia actual y antes infrecuente de las manos, entre las que no falta la correspondiente a dama madura.
Una de las dos estampas expuestas más interesantes corresponde, en primer lugar, a aquella con la chica de espaldas sangrantes, cuyo rostro y brazo se hunden en la acostumbrada oscuridad pareja de estas fotos. Además de acierto formal, coincide con el claroscuro pictórico clásico. Tenemos, enseguida, la naturalidad sin afectaciones de la apenas adolescente que nos mira, a un tiempo, inocente —única dentro del conjunto— y asustada. Su temor serían los granos que irradian desde su mano.
Si total aquí no hay nadaPatrick Steeger y su gabinete
de ciencias naturales
Capas de recuerdo
Belleza textil en Carolina Yrarrázaval
Enfermedades preciosas
Apestadas niñas lindas de Cecilia Avendaño