Cuando comenzó a escribirse la historia del final de la temporada 2019, quedó claro que el gran damnificado sería Santiago Wanderers. En la lógica del Consejo de Presidentes de la ANFP, la repartición del botín que entrega el CDF no se transa.
En Quilín, lo que apreciamos en cada definición relevante o de largo aliento es la presencia de 32 hijos únicos, capaces de sacarse los ojos o generar alianzas temporales en busca de un objetivo común. Lo que sucede en esas reuniones es la representación de la sociedad chilena que surgió desde la implementación del modelo socioeconómico que hoy cuestiona nuestra democracia.
Los dirigentes locales no entienden el malestar de la sociedad chilena que se levantó el 18 de octubre. En estas circunstancias lo que se demandaba era un mínimo de sentido común y de solidaridad. Primó lo primero para proclamar campeón a Universidad Católica, pero no hubo un atisbo de generosidad y criterio deportivo con el decano del fútbol nacional. Porque con el 90% de los partidos disputados, los “caturros” merecían el ascenso.
El problema es que siempre aparece la repartición de los millones del CDF y por eso, seamos claros, a los verdes les cerraron la puerta en la cara. Si los dirigentes del fútbol creyeran en este juego y en sus valores habrían aceptado disputar la Primera División con 17 clubes. ¿Se desangrarían todos los clasificados a la Copa Libertadores y Sudamericana si le daban una “alita” de los dineros que entregará la Conmebol a los porteños? De esa manera no tocaban el becerro de oro que consagra que las platas grandes solo se dividen entre los 16 de Primera.
Lo mismo ocurrió con San Marcos de Arica y Deportes Colchagua, en la Segunda División. Ambos, de manera injusta, tendrán que seguir un año más en la tercera categoría de la ANFP. Si subía Wanderers, uno de ellos completaba el equipo de 16 de la serie B y se jugaba sin problema.
El descriterio y la sinrazón primaron, porque los clubes de la Segunda Profesional fueron el pato de la boda. ¿Ellos no podían seguir su torneo y proclamar un vencedor? ¿Alguien iba a amenazarlos por “no apoyar la causa” y jugar fútbol? En este apartado hubo un error grave de apreciación y conducción del Sindicato de Futbolistas, que no apartó la paja del trigo. También de la mesa de Quilín, por lo general sobrepasada.
En estas horas y en las que vienen será necesario evaluar las conductas de todos los actores. La impresentable negativa de los jugadores de la selección a presentarse ante Perú en Lima provocó un daño irreparable. Otorgó legitimidad a quienes se arrogaron el derecho de impedir que retornara la actividad. En la misma línea, los verdaderos hinchas de Wanderers tendrán que pasar la factura a la barra de “Los Panzer”, quienes amedrentaron a los futbolistas.
En esta locura que hemos vivido, faltó un pronunciamiento contundente de ColoColo y su club social sobre la conducta de sus barristas al interrumpir el partido entre La Calera e Iquique. Si el directorio o alguno de los asociados los denunciaba al Tribunal de Disciplina, los albos arriesgaban una sanción contundente.
Como siempre, no hubo grandeza.