¿Se imagina usted que un campeonato termine… antes de que termine? Por supuesto que no. Es surrealista. Como que se publique un libro sin las últimas seis páginas. Un libro policial. Imagínese.
Y eso estuvo a punto de suceder en el Consejo de Presidentes de ayer, convocado para decidir si se da por terminado el torneo a falta de seis fechas o se sigue jugando. A favor de detenerlo está el argumento de la falta de seguridad en los estadios. La Intendencia venía señalando que no dispone de fuerza policial suficiente para cumplir sus demandantes exigencias actuales y menos para destinar efectivos a los estadios.
Eso por parte de los jugadores. Y por el lado de los manifestantes el alegato estaba referido a que no puede usarse al fútbol para distraer a los ciudadanos de los temas realmente urgentes e importantes como son los contenidos en las demandas sociales. “Pan y Circo”, se dijo recurrentemente en las redes sociales.
Algunos han propuesto que se juegue sin público (postura que suscribo), aunque su ausencia no disminuye los riesgos, pues los barreros pueden ir directamente al ataque de jugadores, árbitros, periodistas y todo ciudadano presente. Para malograr la última fecha no fue necesario que hubiese mucha gente en La Florida. De modo que, con o sin público, la fuerza de carabineros es necesaria, por mucho que el informe de Human Rights Watch la haya dejado muy mal parada. Unos pocos pueden desbaratar una seguridad endeble si están seguros de su impunidad (¿o Colo Colo sancionó la conducta de los garreros el sábado pasado?).
Pero no se puede satisfacer a todo el mundo. A la idea de jugar en estadios vacíos se agregan los que agregan otra exigencia: “Sin televisión”. Esto, seguramente, por el temor de que los aficionados se queden frente a las pantallas en lugar de salir a las manifestaciones, pacíficas o de las otras. Se sabe que el hincha de fútbol es verdaderamente apasionado y podría suceder eso. ¿Podría?
Por ahí la ANFP partió ofreciendo formar una superliga, al estilo del último invento argentino, pero no prosperó la idea. Era, en realidad, un engendro feísimo. Y en el otro lado, Juan Tagle, el presidente de la UC, desafió a votar con convicción y no “con la tabla en la mano”. Eso no le importó a la U, que votó por terminar el campeonato y zafar de su posible descenso. Colo Colo votó lo mismo (y tiene el recurso de que sus garreros hagan inviable la continuación del campeonato…).
En fin, que los presidentes decidieron seguir por un margen escaso.
El Sifup, entretanto, sigue, pero sigue jugándose un prestigio ganado con el esfuerzo y el sacrificio de décadas de antiguos dirigentes.