¿Qué pasó? ¿Por qué duró tan poco la calma después del “Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución” que se firmó hace 10 días por el 90% de las fuerzas políticas del país?
¿Es el 10% restante el que bloquea una salida limpia a la crisis? ¿Es un grupo político el que trata de impedir que se apaguen los fuegos?, ¿o hay algo/alguien más?
¿Por qué lo único que se ve en las manifestaciones que siguen ocupando las calles son banderas de las barras bravas del fútbol?
¿Por qué la Garra Blanca impidió que se reanudara el torneo de fútbol el viernes pasado en la mañana? ¿Por qué amenazaron luego con atacar la Asociación Nacional de Fútbol Profesional para evitar que sus dirigentes se reunieran a definir la continuidad del torneo?
¿No será que son las barras bravas las que tomaron el control de las movilizaciones y de la calle?, ¿o será que lo han tenido desde el comienzo?, ¿o será casualidad que el primer formalizado por quemar una estación de metro vistiera la camiseta de uno de los clubes con barra brava y dijera que había ido a vandalizar siguiendo un llamado de sus líderes garreros?
¿Y quiénes son los miembros de las barras bravas?, ¿quiénes son sus líderes?, ¿cómo financian sus fuegos artificiales, sus enormes banderas, sus carísimas camisetas, sus viajes en avión y sus hoteles para ver a sus clubes, el alcohol y las drogas que consumen a vista y paciencia de todos?
¿Por qué son los protagonistas?
¿No será, entonces, que estamos secuestrados por las barras bravas?
¿Será que las barras bravas nos tienen a todos jugando una especie de partido de fútbol, donde cada sector intenta ganar la competencia de las ideas para construir un nuevo pacto social? ¿Pero no nos damos cuenta de que este no es un partido de fútbol real, sino un simulacro, un partido de taca taca? ¿No parece acaso que si bien hay dos equipos en la cancha, en verdad no tienen capacidad de moverse por su cuenta y todo lo que hacen es digitado por los que tienen el mango en sus manos?
¿Se convirtió entonces esta crisis en un gran simulacro, donde todos simulamos que esto que estamos viviendo es sobre la paz, sobre la justicia social o incluso sobre la nueva Constitución, cuando en verdad los únicos movimientos que podemos hacer, mecánicamente y torpemente, son los que nos permiten hacer las barras bravas cuando se les da la gana no salir a bloquear calles y a quemar comercios para saquearlos?
¿Tiene sentido engañarnos? ¿Aparentar que avanzamos hacia alguna parte cuando en realidad estamos inmóviles, sin brazos y —la tragedia máxima— sin libertad alguna, igual que un jugador de taca taca?
Si al gobierno de la muchedumbre irracional Polibio, en el 200 a. C., lo denominó como “Oclocracia” y lo describió como una degeneración de la democracia, ¿qué nombre habría que ponerle al gobierno de las barras bravas?
¿La “Barrocracia”?
¿Me recordarían por favor cobrar los derechos de autor si el nombre se populariza? ¿Y me perdonan por llenarlos hoy de puras preguntas? ¿Qué otra cosa se puede hacer si ya casi no hay certezas?