¿Qué día se leerá la sentencia de Sergio Jadue en el juzgado de Nueva York?
La respuesta antigua sería el día del níspero.
Es decir un día improbable, fantástico y quizás inexistente, probablemente nunca y seguramente jamás.
Hay sinónimos en línea que más vale no escribir ni pronunciar, porque no hay nada como la prudencia y el recato.
Quedémonos con el día de la fruta.
Convengamos, eso sí, que se trata de un día elástico, legendario y saltarín.
E impreciso gracias a los buenos oficios de don William M. Brodsky, educado en la Universidad de Yale y con la licencia 1106277 para ejercer como abogado en Nueva York. El defensor de Jadue conoce su oficio al revés, al derecho y al revés, hace lo que se necesita y hasta ahora ha logrado ocho prórrogas y por tanto aún no se lee la dichosa y esperada sentencia.
La primera fecha señalada fue el 17 de junio de 2016, para saltar al 9 de diciembre de ese año ya lejano; luego se remontó al 30 de mayo de 2017 y cruzó hasta el 4 de enero de 2018 y luego al 11 de junio y finalmente al 12 de diciembre, para dar vuelta la página del calendario y llegar al 21 de mayo de 2019 y saltar al 18 de noviembre y ahora, después de la octava prórroga, el 5 de mayo de 2020 sería el de la lectura de la sentencia. ¿Se convertirá en el día tan esperado? 5 de mayo de 2020. ¿Será un día icónico, según el recitar de peripuestos y relamidos?
En todos estos años han pasado personas y cosas.
El periodista Ken Bensinger, que estudió e investigó el caso, tuvo tiempo para revisar y publicar el libro “Red Card: How the U.S. blew the whistle on the world's biggest sports scandal”, cuya traducción literal sería más o menos así: “Tarjeta Roja: cómo Estados Unidos le sopló (le tocó) el silbato (el pito) al mayor escándalo deportivo del mundo”, que en su edición en español se tituló “Tarjeta Roja: el fraude más grande en la historia del deporte”.
De Sergio Jadue, de repente y de vez en cuando, se conocen fotos o filmaciones, donde el ex dirigente, siempre en la bonita ciudad de Miami, pasea de pantalón corto, zapatilla cómoda y polera estrecha.
Así pasa el tiempo, de salto en salto y de prórroga en prórroga.
Las circunstancias y los hechos no se olvidan, pero se disuelven y enfrían.
Si aún no hay pena para Jadue, es difícil imaginar algún merecido para la red chilena de soborno y corrupción.
Dicen que el brazo de la ley es largo, es posible, pero bueno sería señalar que es flaco y pierde fuerza con los años.
También dicen que la justicia tarda, pero llega.
Hay otra forma de verlo: la justicia llega, pero tarde, a veces bien tarde y generalmente demasiado tarde.
¿Qué día se conocerá la sentencia y cuando la verdad, para que el conjunto de Sergio Jadue y sus melódicos, paguen lo que merecen?
Ese día, precisamente.