Isabelle Huppert y Gérard Depardieu juegan por un rato a representarse a sí mismos en esta producción franco-belga de 2015: usan sus nombres de pila y son famosos actores franceses. Hasta allí la realidad, casi sin más personajes. En la ficción, ambos han llegado por separado hasta el
resort de Furnace Creek, en el borde del Valle de la Muerte de California.
Los han convocado dos cartas personales que les ha enviado su hijo Michael, con instrucciones precisas: deben estar allí el 12 de noviembre de 2014 y permanecer por una semana. En esos días han de presentarse en siete puntos del Valle de la Muerte, en uno de los cuales él se hará presente. El caso es que Michael está muerto: se ha suicidado ocho meses antes en San Francisco, con pastillas, mientras su novio estaba de viaje.
Por lo tanto, se trata de un encuentro sobrenatural, cargado por la culpa: los padres separados dejaron de ver a Michael muchos años atrás y rara vez estuvieron a su lado en 30 años de vida. Isabelle está empeñada en creer que algo sucederá durante la jornada iniciática en el Valle de la Muerte. Gérard, en cambio, se atiene a su estricto racionalismo: Michael está muerto, nada ocurrirá. Ella no se ha resignado a vivir con la culpa; él la sobrelleva con alcoholismo y sobrepeso.
Esta película se proyecta —como la mayoría en estos días— en el sistema digital D-Cinema y fue filmada en alta definición, respetando en el formato fílmico la pantalla ancha de Panavision. Estas decisiones tienen un sentido particular, porque la intensísima materialidad de la fotografía establece una colisión inmediata con la naturaleza espectral de la historia. Si la metáfora del Valle de la Muerte (50 metros bajo el nivel del mar, un calor infernal) se parodia un poco a sí misma, la fuerza geológica de Badwater Basin, Dante's View, Zabriskie Point, Mosaic Canyon, confiere cierta abstracción, un aire metafísico a esa inevitabilidad con que la muerte invade toda la película, ya por implicación directa, ya por las señales que se suceden ante los dos protagonistas, ambiguas, intrigantes, paradójicas con sus creencias, a veces indescifrables.
Este es el décimo tercer largometraje del cineasta Guillaume Nicloux —un cinéfilo: allí están las referencias a Hitchcock, Polanski, Antonioni—, pero parece ser uno de los más personales, no solo porque está dedicado a su padre, sino por el esfuerzo sistemático de ensayar una epistemología de la paternidad, explorando sus perspectivas racionales, sensoriales, imaginarias, realistas y hasta oníricas.
Es una cinta que reclama y merece una atención muy particular.
VALLEY OF LOVEDirección: Guillaume Nicloux.
Con: Isabelle Huppert, Gérard Depardieu, Dan Warner.
91 minutos.