Se necesita sentido común para juzgar el pobre empate a 0 entre Chile y Colombia, donde Reinaldo Rueda dio con la receta: si la verdad empieza en marzo de 2020 con las clasificatorias, lo de ayer fue un partido de mentira, como todo amistoso, así que no hay que sacar conclusiones rápidas y tampoco lentas, en suma: no hay que sacarlas. O al menos esperar hasta el martes, después de Guinea. Más que mal, en septiembre, después de la igualdad con Argentina, se dijo que Chile se encontró a sí mismo. A los días perdió 2 a 1 con Honduras y estaba en la vereda opuesta: perdido.
En dos palabras: sentido común.
Arturo Vidal, a propósito, no se siente un jugador normal y corriente, por lo tanto, no se le puede pedir sentido común.
Esto altera e irrita a los comentaristas, que no se explican sus mensajes y canciones, en Twitter o Instagram, que es donde está a sus anchas, navegando por redes sociales que le hablan al mundo y no a los chilenos sapos, criticones y clasistas.
El mayor mandato del sentido común es que Chile, la selección, está primero, y por eso se espera el abrazo de Vidal con Claudio Bravo, su mejor enemigo.
Es el abrazo del Guasón con Batman que significa tranquilidad para Ciudad Gótica.
Y ese gesto, incluso vacío y solo por conveniencia, es lo que necesita el sentido común, que es algo de lo que Vidal carece.
El entrenador Reinaldo Rueda, con la suavidad de un oso panda, les pide a sus jugadores prudencia y cautela, pero nada de eso ingresa en el mundo del mediocampista.
En la selección, en ese curso de compañeros antiguos con recientes, se mantiene el liderazgo de Arturo Vidal, temible en las redes sociales por lo inoportuno, pero el jugador está más allá del deber ser y de los manuales de buenas costumbres, porque no es como los demás y juega en el Barcelona, suma un par de travesías por el desierto, ha salido adelante pidiendo perdón y llorando y desde luego no vive en el pasado.
Es como un turrón de Alicante, no del blando que es de Jijona, sino del duro que es de la ciudad de los amistosos. Una tableta resistente, terca y comprimida, que resiste diente, muela y apenas suelta prenda. Una preparación en base a almendras enteras, peladas y tostadas, miel, azúcar, claras de huevo y a veces gotitas de Anís del Mono.
Es un jugador endurecido que ya hizo los procesos, cumplió las metas y su fortuna está atada y bien atada.
Le acomoda el “profe” Rueda en su calidad de administrador, es decir, una buena gestión administrativa implica no molestar a los propietarios con asambleas y tampoco andar solicitando reuniones, abrazos de compromiso y gestos mamones.
No hace exactamente lo que quiere, pero desde luego no lo que le piden.
Ya está dicho: no se siente común y no cree en el sentido común.