Al dirigirse al público el día del estreno, Héctor Noguera, el director, indicó que este tiempo es distinto al del estreno, pero muchos elementos mantienen permanencia y pueden leerse en cada época en forma diferente. Es una obra que debería estar siempre en cartelera. Con humor hizo notar que él y Carmen Barros, la primera Carmela, y que estaba en la platea, eran sobrevivientes de la primera versión.
Hacer una comedia musical en Chile en el año 1960 era una osadía. Era el tiempo de las grandes comedias musicales norteamericanas. Quizás por lo mismo, el director Eugenio Guzmán quiso entrar a esa aventura y con el músico Francisco Flores del Campo le pidieron a Isidora Aguirre, que había escrito comedias deliciosas como “Carolina” y “La Micro”, que escribiera una comedia musical. Al comienzo ella estuvo reticente, era muy acuciosa en su trabajo, no manejaba ese género y estaba esperando su hija menor. Pero, aceptó el desafío.
Quizás por conocerse esa reticencia y por ser una comedia musical, asociada a lo norteamericano, escapista, se ha dicho que no representa a Isidora Aguirre, gran dramaturga de temas sociales. También se piensa que su éxito ha oscurecido a sus obras principales. Sin embargo, es un error pensar que esta no es una de sus grandes obras, y no advertir que su esencia es una fuerte crítica social.
Héctor Noguera ha respetado completamente el texto, sin embargo le da una lectura moderna, lejana al realismo. Los personajes que representan a las damas “de la alta sociedad” y otros pretendidamente sofisticados, como Pierre le Peluquier y los mozos de la kermés en el Club Hípico, actúan en forma casi caricaturesca. El diseño y color de los trajes acentúa esa irrealidad. Sin embargo las tres pergoleras centrales no cambian demasiado y Gabriela Aguilera en su papel de Rosaura, nos recuerda constantemente a Ana González, lo que es un mérito y un homenaje.
Al comenzar, con todo el elenco inmóvil y en silencio, se ve en la parte alta la imponente cordillera nevada, luego aparecen la torre de la Iglesia de San Francisco, el Club de la Unión y otros edificios patrimoniales. El destacado escenógrafo de teatro y ópera Ramón López, teniendo en cuenta que la obra va a tener varias temporadas y se llevará a otros escenarios en provincia, emplea un dispositivo escénico dinámico que puede pasar en rápidos movimientos, desde la pila central y los puestos de las pergoleras al atelier del pintor Carlucho, a la peluquería de Pierre, al salón de la kermés en el Club Hípico, y volver a la pérgola numerosas veces. Arriba, tras una de las pantallas, están los tres músicos que tocan en vivo, aparecen y desaparecen al variar la intensidad de las proyecciones.
Papel central en la obra es el de Carmela, sus canciones se han incorporado a la tradición musical chilena. Su “Yo vengo de San Rosendo” identifica al personaje, a la obra y al complejo de relaciones campo ciudad; Daniela Benítez hace una Carmela muy atractiva y su voz es la de una gran cantante. Tomasito, que tiene un rol central en el desenlace y que también debe ser un buen cantante, se ve más bien hosco, duro, y sus canciones se escuchan un tanto apagadas.
Interesante es advertir cómo un mismo recurso puede emplearse con sentidos muy diferentes. En dos oportunidades un grupo coreográfico completo cae al suelo. La primera vez resulta gracioso: cuando Carmela dice “allá cuanto te acicalas, para llamar la atención, viene un huaso bien ladino y te planta un empujón”, el que le dan a ella hace caer como línea de naipes, a todo el grupo. Pero la segunda vez, cuando en la kermés del Club Hípico todo el grupo que baila un frenético charlestón cae extenuado y descompuesto, es claro que se quiere decir que ni para eso tienen energía.
La canción “El Sí del Alcalde” ha llegado a ser una de las más conocidas… “Si alguien me propone alguna cosa, yo le digo siempre sí. Si alguien me propone algún negocio, yo le digo siempre sí” Su ritmo y su humor han llegado a darle vida propia fuera de La Pérgola, pero, lo que dice conlleva una contundente crítica a los políticos, venales y aprovechadores.
Basada en el hecho histórico de la intención de traslado de la pérgola de San Francisco en 1929, Isidora Aguirre escribe una de las obras más exitosas del teatro chileno. Sus canciones y el atractivo popular de las situaciones se impone y ciertamente el público goza con su humor y su música, pero el centro de la obra es la lucha de las pergoleras, y esta versión, con la forma irrealista y de farsa con que se caricaturiza a la élite que detenta el poder, ratifica y acentúa ese sentido de crítica social.
“La pérgola de las flores”
Centro Gabriela Mistral
Dramaturgia: Isidora Aguirre
Música original: Francisco Flores del Campo
Dirección: Héctor Noguera
Hasta el 15 de diciembre
Viernes y sábado, a las 20:00 horas.
Domingo, a las 19:30 horas.
Entrada general $10.000