La bolsa chilena, medida por el índice IPSA que agrupa a las principales empresas del país, ha caído aproximadamente un 18% en términos reales en 20 meses desde su máximo en enero de 2018.
Los vaivenes de la bolsa han generado la atracción de inversionistas por siglos. El valor bursátil de las empresas entrega señales sobre el crecimiento esperado de la actividad económica, así como sobre el riesgo implícito de esos resultados. En simple, los inversionistas están dispuestos a pagar menos por empresas cuyos resultados crecerán menos o cuyos resultados son más inciertos.
¿Qué está castigando los precios de las acciones en Chile actualmente? Aunque vaivenes similares se han observado en el pasado, lo más llamativo del ajuste bursátil actual es que ha estado acompañado por una caída sustantiva y abrupta en las tasas de interés de largo plazo. En cierto sentido, ello es sorprendente. El precio de una acción —que representa lo que estoy dispuesto a pagar por unos dividendos futuros— debiera subir si la alternativa de inversión que tengo disponible ofrece menor retorno. En los últimos trimestres esta relación se ha roto, y estrepitosamente.
Existen varias razones que podrían explicar esto. Por ejemplo, si las bajas tasas de interés reflejan menores proyecciones de crecimiento económico, los dividendos esperados suben menos y las acciones se hacen menos atractivas. Alternativamente, si la incertidumbre aumenta, los inversionistas se alejarán de las acciones y preferirán invertir en activos más seguros, como los bonos de gobierno, haciendo caer las tasas de interés.
Chile ha experimentado una caída en las expectativas de crecimiento para los próximos años. Por ejemplo, desde comienzos de 2018 el crecimiento esperado para el bienio 2019-20 pasó de 3,8% a 2,8%. Esta corrección, por duradera que sea, no es suficiente para justificar la trayectoria de la bolsa. Más bien, todo apunta a que el riesgo ha aumentado significativamente, reflejando que los inversionistas exigen un retorno sustancialmente mayor por tener acciones en vez de bonos.
Posiblemente hay varias razones que explican este fenómeno. Si las reglas de juego sobre impuestos, regulaciones e inversión están en permanente cuestionamiento, los riesgos accionarios aumentan. Y si la guerra comercial representa un cuestionamiento estructural a la globalización, menos atractivo se hace invertir en las empresas.
La bolsa y los inversionistas son veleidosos y, en ciertas ocasiones, no vale la pena prestarles demasiada atención. Me temo que en la actualidad no debemos despreciar las señales de la bolsa que, dicho sea de paso, lleva 12 años virtualmente estancada.