Inspirado en su propio cortometraje “La duda”, de 2017, el director Juan Cáceres hace un promisorio debut en el cine arte y ensayo con este potente filme. El joven haitiano Steevens (Steevens Benjamin) tiene su vida más o menos hecha en Chile. Trabajo, respeto de su comunidad y unas trenzas que le hacen ver casi como un ídolo pop. Con una cámara segura y un afán casi documental, Cáceres filma con respeto a este protagonista y su entorno inmigrante y es valiente y osada su decisión de que casi todo el metraje esté hablado en creole: una manera sin duda eficiente de inducirnos a una realidad distinta a la chilena y de sumo interesante como es la de Steevens: un haitiano en ascenso en nuestra empinada pirámide social, hasta que comete una falta y debe empezar de nuevo. Tal vez con menos solemnidad de por medio, esta muy buena película habría tenido más estrellas: pero más allá del respeto y denuncia de la xenofobia que denuncia la película (aplausos para el cada vez más prolífico Alfredo Castro como un capataz racista), esta es una inmersión en lo que significa ser haitiano en Chile, para bien y para mal y todo armonizado con el peso de una noche santiaguina siempre punk, underground y callejera. Muy buena.
Drama. Chile. 2019. 90 minutos. T.E.