En la entrega de los polémicos premios The Best que realizó la FIFA este año (¿en serio alguien puede pensar que se vota con criterios estrictamente técnicos?), el que se le dio a Jürgen Klopp como el de mejor entrenador es, quizás, el menos cuestionado.
Y la verdad es que el debate se inhibió no solo porque el alemán ganó, dirigiendo a Liverpool, la Champions pasada y nos regaló esa semifinal inolvidable, mítica y colosal ante Barcelona en aquel torneo. No. Lo que hace que uno aplauda mayoritariamente la designación del DT germano es que se consagre a un tipo con convicciones, de principios que es capaz de llevar adelante no solo en el triunfo sino que, fundamentalmente, en momentos negros o de no consecución de resultados (y vaya que los ha tenido).
Claro, hoy varios entrenadores en el mundo —también en Chile, por cierto— se autoproclaman seguidores del estilo del adiestrador. Y eso huele más a moda que a otra cosa. Ello porque es difícil aplicar un ideario si, en verdad, ni siquiera existe pleno conocimiento de él. Y la verdad es que el “Gegenpressing”, que es la base de sustentación del fútbol de Klopp, no solo hay que estudiarlo bien para entenderlo, sino que también debe asumirse con absoluta devoción para aplicarlo. Porque implica riesgos. Y comparaciones odiosas en términos estéticos con otras propuestas, esencialmente con el juego de posesión y con el guardiolismo que también es moda más que convicción para varios DT…
Así, no todos lo que se creen seguidores del alemán están dispuestos a tanto trabajo para ataviarse con su ropaje.
¿Y cuál es esa vestimenta?
En términos simples, Klopp cree firmemente que, más que tener la pelota para administrarla “con criterio” y construir así ataques seguros, lo esencial es que el balón se gana para, de inmediato, intentar sorprender al rival porque ahí es el momento en que tiene menos resguardo. “Contraatacar el contraataque” es, quizás, una de las ideas más luminosas y esclarecedoras para entender la esencia del “Gegenpressing” que aplica Klopp y que implica, como dice él a cada rato, que sus jugadores queden extenuados, físicamente destruidos. Hay que correr y no tanto pensar, como en el fútbol de posesión. Transiciones rápidas y fútbol directo, dicen en la academia los que siguen y enseñan hoy a Klopp.
Claro, la propuesta del alemán no es nueva ni fruto de su creación. En Alemania, de hecho, Jupp Heynckes la impuso en Bayern Munich y el seleccionador Joachim Löw se ha declarado al menos seguidor de la idea de Klopp. Tampoco este ideario invalida principios que ya son parte de la dinámica del fútbol moderno. Tal como el juego de posición, el “Gegenpressing”tiene sus raíces en los conceptos del Fútbol Total de Rinus Michels en varios aspectos como la recuperación en alta y la reconversión rápida. Pero principalmente en un factor: la responsabilidad que se le da a cada jugador para cumplir funciones diversas de acuerdo a las necesidades del momento. Por eso en Liverpool al goleador Salah siempre se le ve con la misión de retornar rápido por su flanco si hay que recuperar la pelota o al gran zaguero central Van Dijk apostarse como alternativa ofensiva si el balón ya es de su equipo.
¿Eso hace el fútbol de Klopp menos vistoso y más rústico que el que expresan los equipos de Guardiola?
Sí, puede ser. Pero eso no lo invalida como opción. Por eso tiene seguidores. Y es la moda que ya se instaló.