El año en que la U descendió con Manuel Pellegrini en la banca, el último clásico contra Colo Colo parecía ser de importancia vital. Aquella vez —en el Estadio Nacional— los azules se impusieron por 3 a 0, en lo que parecía ser el despegue definitivo del fondo de la tabla y el final de sus angustias.
Fue solo un espejismo, como lo demuestran las estadísticas de aquel 1988 que se empecina en volver a la memoria por el mal momento que viven los azules, que afrontarán un duelo que suele dárseles cuesta arriba en el Monumental en zona de descenso y, lo que es peor, con las convicciones futbolísticas otra vez derrumbadas tras la derrota ante Palestino.
El cliché dice que un clásico es un clásico, pero es innegable que la mejoría de los albos ante un confundido Audax Italiano no solo los devolvió al segundo lugar, sino que les trajo de vuelta la agresividad que habían perdido en el segundo semestre. La escuadra de Mario Salas no solo mostró dinamismo y una temible banda izquierda, sino contundencia, aún sin Esteban Paredes.
El tema no es menor porque ha sido la fuente del debate durante toda la temporada y ayer otra vez afloró. ¿Juega mejor Colo Colo sin los veteranos? La pregunta en sí es una trampa, porque no es la primera vez que Paredes, Valdivia y Valdés no están en la cancha simultáneamente, sino porque el rival favoreció mucho el lucimiento de hombres clave, como Mouche y Suazo. En lo concreto, si la distancia entre el líder y los albos es tan amplia se debe fundamentalmente al extravío de los circuitos en los partidos tras el receso y a una tensión evidente entre el cuerpo técnico y los “referentes”.
El clásico supone tres condiciones extraordinarias: la posibilidad de que Paredes concrete su récord finalmente, que la U se hunda en el fondo y que el predominio albo se extienda por una temporada más. Son elementos fundamentales para convertirlo en un pleito inolvidable, que supondrá una actitud especial de los adversarios.
No se trata solo del honor, de la estadística o de la historia. Será mucho más. Lo que obliga a los azules a tener su semana más disciplinada del año, para evitar los escandalosos errores cometidos fuera de la cancha que tienen a un plantel valioso convertido en un ejemplo de descontrol y despilfarro. Y la tarea —antes de saltar al terreno— parece muy complicada.