La cabeza de varón que protagoniza las pinturas de Benjamín Lira, y que pareciera identificarse con el autorretrato, se torna arquetípica en tres dimensiones. Su calidad escultórica ha sido suficientemente probada. Dentro de sus atributos resultan capitales las huellas profundas de la cerámica, provocadas por la cocción a muy altas temperaturas. De ese modo, esas hondas imperfecciones de las superficies son convertidas en alteraciones cutáneas, en cicatrices que exteriorizarían ciertos angustiosos procesos anímicos. Es decir, resultan capaces de expresar los infaltables cambios físicos y, sobre todo, sicológicos, sufridos por el hombre a lo largo de su vida. Por su parte, la condición de vasijas de estos volúmenes con sus interiores a la vista remite a la alfarería histórica, contribuyendo a otorgarles una identidad característica. Asimismo, el autor al presentarlas agrupadas en la sala grande de Galería Patricia Ready, les añade un efecto global especialísimo. De ese modo, cuando el visitante entra y las enfrenta solitario en medio de ellas, acaso puede experimentar la sensación de hallarse en pleno templo pagano, donde el dios le ofrece, condescendiente, sus mil caras. O sea, pareciendo que nos mirara. Así clava su vista con intensidad sobre nosotros. Y lo hace a través de gestos diferentes, como diciéndonos: “Me fijo en ti desde la inmensa majestad de mi ensimismamiento”.
Son, pues, catorce rostros semejantes, facturados entre 2013 y el presente año. No obstante, mucho más importante que su disposición en ángulos de visión distintos, es la variedad de abertura de sus ojos. Encontramos desde los apenas entreabiertos hasta los menos frecuentes de un mirar más habitual, más sereno y desterrando cualquier dejo de asombro. Igual importancia ostentan las grietas faciales, siempre sujetas a un armonioso ritmo casi de connotación gráfica. Ambos atributos otorgan un protagonismo único a cada escultura. Además, esas características capitales se hallan subrayadas por sus respectivas coloraciones, ya claras u oscuras, tanto brillosas como opacas. Revelan ellas el refinamiento propio del Lira pintor. Por otra parte, algunos de los cráneos abiertos ofrecen dentro un color que contrasta con el de la superficie externa. Un elemento anatómico que nunca falta en estas cabezas son las orejas, entregadas en todo momento de manera realista y, quizá, ingrediente que comunica estabilidad representativa al conjunto. Hasta las mantiene ese magnífico volumen de cromatismo natural que porta sin inconveniente una especie de cresta sobre la nuca, y que constituye acá el participante más próximo a la abstracción.
Finalmente, cinco cabezas también de amplias dimensiones se ubican en el pasillo exterior que remata la gran sala. En relación con el particular efecto anímico que produce el inquietante grupo del interior, a este quinteto podríamos asignarle el rol de montar guardia, inmutable, justo afuera del templo.
Once amplias pinturas nos propone Ximena Mandiola en la Sala Gráfica de la misma galería de Vitacura. Sus típicas aglomeraciones como mosaicos de tipográficas unidades triangulares pierden esta vez vigor estructural, ablandándose bajo el imperio de un verdadero derroche multicolor. Su desborde llega a cubrir la totalidad del marco y hasta se permite, en ciertas ocasiones, una doble decoración. El individual dinamismo de la obra anterior de Mandiola adquiere ahora la movilidad de un torbellino de letras y números puramente superficial. Da la impresión de que la artista se dejó llevar por esa demoledora dupla del facilismo y del abigarramiento formal.
Tres esculturas en formato mediano se agregan a los cuadros expuestos. Mantienen, sin ir más allá, una raigambre cubista, lo cual les comunica un aire anticuado. Sin embargo, quizá pudieran ellas indicar un primer paso hacia la renovación a través de las tres dimensiones; en este intento pareciera reflejarse la voluntad, probablemente inconsciente, de invadir los enmarcados de sus cuadros.
Ximena Velasco muestra en Galería La Sala doce recientes acrílicos sobre papel, junto a un gran dibujo sin color de factura impecable y trazado sobre el muro de la galería. Casi la totalidad de estas pinturas representa una imagen central, circundada por el blanco del soporte. Se trata de abstracciones, donde el modelo cubista y la geometría desarrollan formas de mórbida connotación ya visceral, ya vegetal.
Cabezas de Benjamín Lira
Las muchas miradas de un autorretrato o, acaso, de un dios ensimismado
Mayéutica
El rol actual de la tipografía y del color en la pintura de Ximena Mandiola
Lugar: Galería Patricia Ready
Fecha: hasta el 5 de octubre
La naturaleza de las cosas
Ximena Velascoy sus abstracciones entre lo visceral y lo vegetal
Lugar: Galería La Sala
Fecha: hasta el 11 de octubre