El Gobierno y el Presidente de la República se encuentran en dificultades sostenidas en los últimos meses. La evaluación presidencial en todas las encuestas bordea el 30% de evaluación positiva y sobre el 50% de evaluación negativa, alcanzando en algunos estudios cifras cercanas al 60% de rechazo. En cuanto al Gobierno como equipo, la evaluación es aún peor. Esto se empieza a notar también en las diferencias al interior del equipo de Gobierno (Mañalich vs. Larraín) como en los partidos que constituyen la alianza de derecha. El argumento de la derecha es que siempre los segundos años de todo gobierno son años difíciles, lo que es correcto, pero en el caso del actual Gobierno de derecha el problema es más estructural, considerando que su promesa electoral esencial fueron tres aspectos que convocaron a la mayoría ciudadana, más allá de la derecha, lo que les permitió el triunfo en diciembre del año pasado.
Estas tres aspiraciones eran crecimiento económico, empleo y seguridad ciudadana. En las tres las expectativas han sido defraudadas, particularmente en el caso del crecimiento y del empleo. Por otra parte, la oposición, dividida en cuatro grupos, la Democracia Cristiana, la Convergencia Progresista, la Unidad por el Cambio y el Frente Amplio, por la vía de la respuesta a las iniciativas del Gobierno como a las conductas oficialistas ha ido tejiendo una articulación opositora, esencialmente en el Congreso Nacional. Esto se aprecia en las principales reformas o más bien dicho en las contrarreformas del Gobierno como la tributaria, la laboral, el debate de las 40 horas, la acusación constitucional contra la ministra de Educación, entre otras. A su vez, la principal argumentación de la derecha contra la oposición es que no tienen ni un proyecto común ni una estrategia común. Lo anterior es correcto, pero se nos abre una oportunidad en 13 meses más, cuando ocurran las elecciones regionales y municipales. La elección es el último domingo de octubre del próximo año pero el calendario electoral se inicia bastantes meses antes. Consideremos que las primarias legales eventuales ocurrirán en junio del próximo año y las candidaturas serán acordadas entre marzo y mayo del próximo año.
La oportunidad para las oposiciones de articularse y construir una unidad no solo electoral es enfocarse al panorama regional y al panorama local. Es imprescindible elaborar una plataforma programática común de las oposiciones mencionadas que permitan justificar la unidad electoral y las alianzas políticas. Esta alianza programática debiera contemplar los elementos esenciales que nuestros candidatos a concejales, alcaldes, alcaldesas y gobernadores regionales propongan en común de Arica a Punta Arenas.
En materia regional, se ha logrado un avance desde el punto de vista de que ya existe una legislación al respecto. Tenemos elecciones de gobernadores regionales de acuerdo a la ley en la fecha mencionada pero la actual legislación es absolutamente incompleta. Una plataforma opositora en esta materia implicaría a lo menos aumentar las transferencias de poder ejecutivo al gobernador electo sobre todo en materia de orden público, seguridad ciudadana y emergencias.
No es posible imaginarse en alguna de las 16 regiones de Chile y particularmente en las megarregiones, me refiero a Santiago, Valparaíso y Concepción, un gobernador electo con centenares de miles de votos que no tenga atribución alguna en las materias más urgentes para la población que gobierna, me refiero a emergencias, orden público y seguridad a lo menos. En materia municipal la madre de todas las batallas es su financiamiento. Sin duda para mejorar la gobernabilidad municipal se requieren decenas de plataformas programáticas y de aspectos específicos pero hay una que no puede prescindirse, el financiamiento municipal. Esto requiere fortalecer y aumentar significativamente el Fondo Común Municipal, del cual dependen en más del 50% de su ingreso, más de 251 comunas del país, particularmente las más pequeñas y las más pobres. En consecuencia, debiéramos proponer como unidad opositora en la plataforma electoral programática un aumento considerable de dicho fondo por la vía de a lo menos tres políticas: aporte fiscal permanente mediante legislación permanente que alcance en un lapso de cuatro años el 10% del monto de dicho fondo. Para tener una idea, hoy día el Fondo Común Municipal tiene un ingreso de US$ 2.000 millones.
En consecuencia es posible comprometerse a que el Estado de Chile con los fondos generales de la nación en un plazo de 4 años incremente dicho fondo en un 10%, es decir, que quede establecido en régimen que el Fondo Común Municipal debe tener un aporte permanente anual de carácter estatal que alcanza el 10% de los que suma dicho fondo. En segundo lugar, aún es posible lograr una distribución de las comunas más ricas al Fondo Común Municipal. Es tal el grado de concentración del ingreso en las comunas de Vitacura, Lo Barnechea, Las Condes y Providencia que aun reconociendo el aporte que hoy día hacen, en mi opinión, queda un espacio para reforzar dicha contribución por la siguiente vía: aumentar la participación que tienen en dicho fondo por la vía del impuesto territorial. Hoy aportan el 65% y no sería difícil lograr el 70% de colaboración a dicho fondo por la vía de ese instrumento. Asimismo en materia de permiso de circulación, esas cuatro comunas podrían aumentar su aporte al fondo por la vía de acrecentar el actual 62.5% por cada patente obtenida al 75% esperado. Adicionalmente podemos incrementar dicho Fondo Común Municipal por la vía de eliminar todas las exenciones del pago de contribuciones hoy día existentes y que digan relación con todo tipo de actividades que generen renta, me refiero: colegios particulares pagados, clubes de golf, estadios de colonia, clubes de polo, cementerios privados y un largo etc. que hoy día están exentos de pagar contribuciones no obstante que en sus actividades generan renta.
Si como oposición unida logramos construir una plataforma programática común en los temas que han sido mencionados más arriba, tendremos una respuesta frente a la ciudadanía de que no solo somos una alianza electoral imprescindible para ganarle a la derecha, sino que además al ganarle a la derecha en los municipios y próximamente en el Parlamento y el gobierno, mejoraremos sustantivamente las políticas públicas a nivel regional y las políticas públicas a nivel local. Es quizá nuestra última oportunidad.