Payaya
Las corrientes del interior del PRI (Partido Regionalista Independiente), las que existen y las renunciadas, se dieron una tregua para celebrar un 18 que para ellos siempre será chico.
Hugo Ortiz de Filippi, Eduardo Salas y Alejandra Bravo optaron por la payaya, que consiste en depositar en una mano un total de cinco piedrecillas o acaso un miga dura, lanzarlas al aire y cuando se devuelvan, intentar agarrar las mismas cinco o las que se puedan.
Partió la subsecretaria Bravo y volaron cinco, atrapó cuatro y la quinta nunca apareció.
Siguió Ortiz de Filippi y pasó algo similar: cuatro por el aire, regresaron tres y la cuarta se desvaneció.
Salas: tres al vuelo, regresaron dos y la tercera se esfumó.
Subsecretaria: dos al aire, retornó una y la otra ya no existe.
Le toca a Ortiz de Filippi que, en vez de seguir jugando, se guarda en un bolsillo el capital político que les queda: un mendrugo.
Ahí quedó la grande.
Chile Extremo
Los directivos de Libres, que aspiran a convertirse en partido político, se reunieron en una jornada de Chile Extremo con
trekking,
paintball y
canopy, en un solo día intenso.
Juan José Santa Cruz, Jorge Errázuriz y Juan Ignacio Correa, más Sebastián Sichel y Ricardo Escobar, porque son bien pocos, pero buenos.
Como no se veían desde 2018, lo primero fue decir dónde estaba cada uno políticamente hablando en este momento de fines de septiembre de 2019. A lo mejor ya existían cambios y desplazamientos, algo típico en el comportamiento liberal chileno.
Hay que tener presente que algunos de los miembros de Libres, por tradición e historia, no deberían estar acá. Y otro grupo está acá, pero no se puede asegurar su permanencia porque su ascenso social ha sido tan vertiginoso y mareador que saben que están parados, pero no dónde.
¿Cuál era la orden del día, en consecuencia, para Libres en este 18 chico?
Saber dónde están parados.
Para eso el Chile Extremo y el
trekking,
paintball y
canopy.
¿Lo consiguieron?
No, no lo lograron, pero lo pasaron bien y así pasa septiembre y el tiempo.
La política, para algunos chilenos, consiste en entretenerse, llenarse de cosas, reunirse, soltar ideas. En fin, un pasatiempo.
La posfonda Evópoli
Evópoli necesita mantener su
sex appeal de partido de derecha movido, inteligente y tolerante. Así que organizaron una posfonda, por eso de la posmodernidad, donde ellos serían los números artísticos. Hernán Larraín Matte se presentó con su conjunto “El crucero del sabor”, cuyo título, se especuló, proviene de la serie
El crucero del amor con Ricardo Montalbán, lo que es un error, porque el actor era de otra serie:
La isla de la fantasía, que alguien comparó con Evópoli, lo que es otro error.
Felipe Kast, en una suerte de
stand up, dijo que cuando nació parecía un corpóreo. Ahora que creció se siente un corpóreo, y a veces no sabe qué terminará primero: si él o su corpóreo. El público quedó triste. Kast, contento.
Luciano Cruz-Coke ofreció un monólogo, pero no de la literatura, sino del cine: Robert de Niro en
Taxi Driver y hablando frente al espejo. No estuvo mal, pero faltó el espejo.