La escritora Sara Bertrand tiene una larga y destacada trayectoria en el ámbito de la narrativa infantil y juvenil, desde la que saltó a la novela en su forma más clásica y universal.
Afuera es su segundo libro en esta veta, donde se manifiesta claramente que ese paso al mundo adulto, por así decirlo, es efectivamente una muestra de madurez y no un simple cambio de registro. Y más todavía si se considera que la protagonista, Lili, narra largamente su infancia, su adolescencia y su primera juventud, pero esa mirada desde la primera persona no tiene nada de infantil; al contrario, en la elaboración de los recuerdos se advierte un trabajo mayor articulado desde una conciencia sumamente adulta. El personaje de Lili —esa niña que jugaba fútbol, esa adolescente que se aleja de amigos por la forma en que la miran, esa joven que se enamora— tiene muchísimos matices y abre la narración hacia muchos planos, como las biografías de los abuelos, testigos de un Chile que ya no existe, y la experiencia —tocada muy lateralmente, pero con sabiduría— de ser niño en dictadura. Hay otra figura femenina que no cesa de crecer en el relato, aunque se diría que bajo la forma del naufragio: es la madre de Lili, que se casó por su embarazo y desde ahí alimentó el rencor, el alcoholismo y la búsqueda de algo en qué creer, algo a lo que aferrarse.
“¿Cuándo termina la guerra en una familia que estuvo en guerra consigo misma?”, se pregunta Lili, de manera más bien retórica. Alude a la ferocidad del enfrentamiento entre su padre y su madre, que ella trata de sobrellevar sobre la base de crear un entramado de mentiras que hicieran menos áspera la trama, que se arma solo porque “el relato iba tan cerca de mí que era difícil no creerlo”. La novela se desarrolla a través de breves capítulos, la mayoría en primera persona, puntuados por breves escenas a cargo de un narrador que se acerca a Lili en su intento por establecer una relación afectiva, donde asoman las heridas y los miedos alimentados por su experiencia familiar y especialmente por esa madre que nunca habitó propiamente en esa piel, que estuvo siempre en fuga y que terminó abandonando a sus hijos para retornar incurablemente rota; movimiento de huida que la pareja de Lili advierte también en ella, “buscando, siempre buscando, algo que está más allá”. Con esa estructura, muy flexible, Bertrand logra una novela ágil y potente, que deja espacios para el silencio y la pregunta de cómo construir una identidad que no sea arrastrada por el azar, la amargura o el miedo.
Sara Bertrand
Editorial Planeta, Santiago, 2019.
193 páginas.