David Foenkinos (1976) es uno de los autores franceses más reconocidos y premiados, tanto en su país natal como en el exterior. Gracias al entusiasmo con el que sus libros han sido acogidos por la crítica, al éxito que cada título suyo suscita, no llama la atención que un escritor “serio” tenga en estos momentos unos 15 millones de lectores. Es natural que semejante aclamación genere sospechas; en este caso, estas se disipan apenas abordamos cualquier novela del narrador galo. Por último, Foenkinos es en extremo prolífico, lo que podría causar resquemores. Pero ello tampoco sucede, pues el prosista posee la rara capacidad de reinventarse constantemente a sí mismo.
Hacia la belleza, octavo relato de Foenkinos, está presidido por alusiones culturales que forman parte esencial de la vida y el quehacer de las personas; por trampas que una y otra vez se tienden al lector; por una profunda melancolía y por una búsqueda del sentido a la existencia, mediante una celebración del poder de las palabras y la fuerza del amor que nos lleva a convivir con los demás. Este último tópico, en tantas oportunidades tratado, tan manido, podría conducir a un tono didáctico, y a ratos Foenkinos roza la cursilería con frases bellas, demasiado perfectas, dignas de un epígrafe. No obstante, su estilo luminoso, vital, elegante sin afectación, permite que pasemos por alto tales peligros y gocemos de un texto que por lo general carece de sobresaltos.
El protagonista de
Hacia la belleza es Antoine Duris, un prestigioso profesor en la Escuela de Bellas Artes de Lyon, muy querido por sus alumnos y colegas debido a la peculiaridad de sus métodos para enseñar, a la forma en que hace clases, a la aproximación heterodoxa e incluso subversiva con la que maneja materias consideradas sacrosantas. Todo indicaría que Antoine debe sentirse satisfecho consigo mismo, en especial si tenemos en cuenta que sostiene una feliz relación amorosa con Louise, que ya dura siete años, de modo que, estando ambos cerca de la cuarentena, las perspectivas indican un matrimonio e hijos. Pero esto no pasa de ser una fachada, un telón de fondo engañoso, si bien lo descubriremos muy al final de
Hacia la belleza, como sucede habitualmente en las historias de Foenkinos.
De un día para otro, Antoine decide desaparecer del mapa y esta desaparición es literal: desconecta su computador, su teléfono celular, borra su nombre de cuanto registro identificatorio existe e intenta dar un giro radical a su carrera o, mejor dicho, eliminar todo vestigio de lo que ella ha sido. Así, postula al cargo de guardia de seguridad del Museo de Orsay y un requisito
sine qua non para ser aceptado es la entrevista con Mathilde Mallet, jefa de relaciones humanas de esa institución. Obviamente, Mathilde queda estupefacta al ver el currículo de Antoine: ¿Cómo es posible que alguien que desempeñaba un cargo envidiable quiera ahora convertirse en vigilante? La renuencia de la ejecutiva, quien pasa a convertirse en carácter principal de
Hacia la belleza, aparece justificada cuando Antoine mete la pata a cada rato. Aun así, la perplejidad de Mathilde tarda poco en convertirse en atracción.
En su nuevo trabajo, Antoine custodiará las salas que albergan una extensa retrospectiva del pintor Amedeo Modigliani y, en concreto, el espacio que cubre el retrato de Jeanne Hébuterne, la esposa del artista. Aun cuando Modigliani se especializó en desnudos de numerosas beldades, jamás desarropó a su pareja y se preocupó encarecidamente de que ella siempre apareciera por completo vestida. La leyenda de Jeanne, quien se suicidó tras la temprana muerte de Modigliani, se transforma en obsesión, en
leitmotiv, en preocupación de ribetes paranoicos para Antoine. Asimismo, su tesis doctoral versó acerca del legado de Amedeo Modigliani, de manera que es un experto consumado en todo lo referente a uno de los genios de la representación figurativa contemporánea y esa fue, en primera instancia, la razón por la cual Mathilde lo contrató en su inusitada función. Resulta ineludible que se irrite cuando el guía Fabien profiere generalidades en torno a algo que él conoce más que nadie.
Jeanne pasa a ser, entonces, el pretexto para que Antoine regrese a Lyon, en esta jornada acompañado por Mathilde. Por más que su paradero haya sido descubierto por Eleonore, hermana del héroe, quien hace uso de las redes sociales con ese objetivo, él continúa siendo un ser inexistente para efectos oficiales. De esta forma,
Hacia la belleza se convierte en una intensa indagación personal por culpa de Modigliani.
Hacia la belleza
David Foenkinos
Editorial Alfaguara, Madrid, 2019, 197 páginas. $14.000
Novela