A la estadounidense Sheila Hicks corresponde la tercera exposición santiaguina dedicada a tejidos que coinciden durante estos días. Bien conocida internacionalmente, otrora fue alumna de Josef Albers y su reemplazante de cátedra en la santiaguina Universidad Católica. Después de más de medio siglo de alejamiento, y de una retrospectiva del año pasado en el parisino Centro Pompidou, vuelve a nosotros. Así, en el Museo de Arte Precolombino muestra un buen número de trabajos del pasado y de hoy. No es incorrecto calificarlos de pinturas y de volúmenes elaborados con hilos. ¡Y con qué maestría, con qué limpieza y rigor formales los trata!, ¡con qué refinamiento armoniza tanto colores como complejidades de textura! Si siempre opera dentro de la línea geométrica propia de la Bauhaus y de Albers, su punto de partida resulta la tradición de los tejidos precolombinos, interpretándolos de una manera por entero abstracta. Ello se advierte con mayor claridad en las ejecuciones planas, donde por momentos las creemos pertenecientes al op art, si bien no aparece el efecto de movimiento como finalidad principal.
En cuanto a sus realizaciones volumétricas, la artista resulta una verdadera maestra de los nudos. Con estos mediante, ya colgantes, ya insertos dentro del tejido, potencia las sensaciones táctiles del espectador, subrayados por el brillo sensorial del material. Quizá con productos de esta clase logra sus volúmenes más hermosos. Por el contrario, las piezas en dos dimensiones y formato menor buscan recrear los diseños figurativos del paradigma andino con cultura y sensibilidad contemporáneas. Al respecto, hay que consignar el hecho de que Hicks prefiriera un montaje ubicado en medio de los caudales del más remoto pasado sudamericano. Como siempre sucede en estos casos, las comparaciones surgen inevitables. Así, uno termina por reconocer que, en las dos amplias salas del museo, la momentánea cercanía física perjudica la exhibición de la visitante. Es que en el cotejo entre una muy buena tejedora actual y la originalidad, la expresividad extraordinaria, la fantasía inagotable de los tejedores anteriores a Colón —con Paracas a la cabeza— resulta evidentemente favorable para estos últimos.
A un año de su fallecimiento resulta bienvenido un muestrario con obras menos conocidas de Hugo Marín (1929-2018). La iniciativa la tomó la Universidad de Talca en su sede santiaguina. Siempre con papel o cartón como material, corresponden a pinturas y esculturas de distintas épocas. El ejemplo de Picasso impregna la lámina más antigua (“Personajes”, de 1954). A eso se añade la movilidad, que se volverá una constante en el tratamiento de la figura humana: los dos “Danzante” (1957) y la ronda de aves y calaveras en “Memento mori”. “Perro”, por su parte, refleja la típica deformación de raíz picassiana, mientras la abstracción produce el grabado sin color con protagónica huella de zapato, de 1963-1965, imagen desarrollada con mayor complejidad en un poderoso relieve con apariencias de metal.
Seis magníficos
collages (1965), por el contrario, demuestran un acercamiento evidente al surrealismo. Acá, el único que lleva coloración —rosada— nos sitúa, sin miedo, dentro de las amplitudes panorámicas características de Dalí. Bastante tiempo después, 1976, lápices de colores dibujan un par de figuraciones, distintas en argumento y ejecución al resto de todo lo exhibido. Ya dentro del nuevo milenio, un políptico extenso en blanco y negro sobre el ocre del papel —“Fútbol”— se inspira en la imaginería precolombina, pero empapando de un dinamismo violento a sus sintetizados personajes.
Respecto a los escasos volúmenes presentes, “Paisaje interior” (1974) consiste en un desnudo yacente con algo de producto de excavación. “Cabeza” (1985), entretanto, nos recuerda que esa porción capital del cuerpo humano constituye el tema que mayores quilates de calidad deparará a la fama de su autor. Esta vez se halla realizada con especial sencillez formal. Ahora, por intermedio del reciclaje, un doméstico objeto funcional es convertido en atractiva y sintética “Máscara” (2009). Y este trabajo interesa más que la relativa obviedad de una pareja de carneros recubiertos por un collage de grabados recortados. Completa el homenaje a Marín la encantadora, la desvalida, figura de “Marinero” (2010).
Reencuentro
Abstracciones textiles de Sheila Hicks, la maestra de los nudos
Lugar: Museo de Arte Precolombino.
Fecha: Hasta enero de 2020.
Hugo Marín / Papeles
Obras de Marín con papeles y cartones
Lugar: Universidad de Talca, sede Santiago.
Fecha: Hasta el 5 de enero de 2020.