En la cartelera local, sobrepoblada de “nuevo teatro documental”, se da “Bru o El exilio de la memoria”, otro trabajo dentro de ese registro en el cual Amalá Saint-Pierre —gestora de este proyecto Fondart, autora del texto y su ejecutante central— evoca la vida de su abuela, la connotada pintora y grabadora chilena nacida en Barcelona, Roser Bru, premio nacional de Artes Plásticas 2015, entre otras distinciones. A partir de ello, quiere, como anuncia el subtítulo, explorar en los temas del exilio y la memoria que rondaron su biografía y creación, ya que a los 96 años, su mente se ha ido borrando de recuerdos.
Dirigida por Héctor Noguera, otro premio nacional de ese año (de Artes de la Representación) incursionando en ese estilo, el estreno coincide con los 80 años del arribo del “Winnipeg” —Roser, de entonces 16 años, fue uno de los 2.200 refugiados de la Guerra Civil española que llegaron a Chile en ese barco— y además con el esfuerzo que está realizando el GAM, donde se ofrece la propuesta, por recuperar las obras artísticas que alhajaron su edificio original; entre ellos, un tríptico de tapices que Bru realizó en técnica “patchwork”, uno de ellos desaparecido.
La obra pronto se revela como un documental de tipo indirecto, distante de los postulados de esa reciente tendencia, y que si bien echa mano de diversos recursos teatrales, tampoco es teatro propiamente tal: nunca genera alguna clase de tensión entre sus partes. Funciona en verdad como una suerte de charla expositiva ilustrada escénicamente, presentada por Saint-Pierre y su ayudante, que despliegan la biografía de la prolífica artista, trazan su entorno histórico y cuentan anécdotas suyas. En ocasiones animan sencillas teatralizaciones de momentos reales o supuestos, y comentan las fotos de época e imágenes creadas por Bru que se proyectan en una gran pantalla al fondo. En otras, los ponentes riñen amigablemente sobre la mejor forma de continuar; además hay diálogos en francés y catalán.
Elaborada ciertamente con cariño y respeto por su homenajeada, la entrega resulta en general amena gracias a su ágil y cambiante estructura. Pero aunque se puede seguir con interés, en rigor pasa de lo individual a lo colectivo y del motivo del exilio al de la memoria, sin hallar su centro. El rescate del tapiz perdido, elemento que vuelve una y otra vez, parece un mecanismo de suspenso que podría ser el eje del relato; sin embargo, termina sin que esto se resuelva. Por su parte, el director le agrega canciones, algunos fraseos gestuales y un baile (tango), que aportan variedad, pero lucen prescindibles.
Serio es que el conjunto se refiera más a la historia de exilios de una abuela, en tanto apenas roza el talento y creatividad desbordante de Bru. No explica para nada por qué mereció el Premio Nacional y se Ala considera una maestra, sobre todo pensando en los jóvenes en la platea que no han oído mucho de su obra. En la pantalla no se deja constancia de su particular estilo, revisando algunas de sus innumerables y coloridas series llenas de misterioso simbolismo y citas visuales (a las Meninas, Kafka, Goya, Frida Kahlo, sandías y un largo etcétera). El
patchwork, que más de una vez se menciona, es una técnica del todo inusual en ella.
En su texto, la autora suele ser autorreferente, y este culmina en una larga secuencia de preguntas sin respuesta, que no constituye un remate.
GAM. Jueves a domingo, a las 21:00 horas (excepto este fin de semana), hasta el 29 de septiembre.