Esta semana el abogado que defenderá a la ministra de Educación, Marcela Cubillos, de la acusación constitucional que instigó en su contra el Partido Socialista, dijo que si esta prospera y termina en su destitución, será el equivalente a una “pena de muerte”.
Tiene razón el abogado.
Cuando el Poder Legislativo chileno, a raíz de una acusación constitucional, destituye a un ministro, este debe abandonar su cargo y no podrá trabajar en ninguna función pública, de ningún tipo, por cinco años.
Para un político, eso equivale a una muerte. Escalofriante.
Así le ocurrió a la ex ministra de Educación Yasna Provoste en 2008. El Congreso la destituyó y fue obligada a descender a los infiernos de la política.
Pero una vez transcurridos los cinco años de destierro regresó. Logró elegirse senadora y está de vuelta en las ligas mayores.
Pero la Yasna Provoste que volvió a la vida (política) ya no es la misma. Físicamente es casi idéntica a la de antes, pero en los otros aspectos es casi irreconocible. Atrás quedó la sonriente profesora de educación física democratacristiana que participaba alegremente de las más fraternales conversaciones políticas con todo el espectro ideológico.
La Yasna Provoste de hoy es vista con temor por sus contrincantes. Es casi imposible que vote a favor cualquier proyecto del Gobierno y sin siquiera ser militante del Partido Socialista presentó una denuncia judicial contra la ministra Cecilia Pérez a raíz de sus dichos sobre los vínculos de narcotraficantes con el PS.
Ahora debe estar contando los días para que llegue al Senado la acusación constitucional contra Marcela Cubillos. Para fulminarla con su voto, a ver si cae.
¿Y si, efectivamente, cae también la ministra Cubillos? La oposición celebrará haber dado en el blanco y la ministra de Educación tendrá que salir del cargo. Y como todos los muertos son buenos, aparecerá como una víctima ante la mayor parte de la ciudadanía. Se hablará durante meses del tema. Y como es una mujer joven y el tiempo pasa rápido, en cinco años más competirá por un cargo público y de seguro será elegida.
Pero, ¿cómo será la Marcela Cubillos que resucite de entre los muertos de la política? ¿Será mejor que la actual?
El problema es que cada vez que un sector político tenga mayoría en el Congreso se verá tentado de resolver las diferencias de opinión con el Gobierno “eliminando” al ministro a cargo de la controversia del momento.
El mismo “método” de zanjar duelos políticos se podrá utilizar —se ha hecho— ya no a través del Parlamento, sino de la Contraloría, del Ministerio Público o de los tribunales de justicia.
“Destitución o cárcel” para aquellos que defienden posiciones políticas distintas a las mías. Como pasa hoy en Perú, donde los expresidentes están presos o pegándose balazos en la cabeza.
Es horripilante la escena. Si así vamos a ejercer la política en Chile, no nos espantemos después cuando nos demos cuenta de que nuestros representantes viven solo para evitar la muerte o son muertos que volvieron a la vida.
Es lo que uno podría denominar un “apocalipsis zombie”.